Toluca, Edomex. 27 de mayo de 2015.- El caso OHL sigue salpicando de su actitud corruptora a todos los ámbitos de la vida pública. Han sido exhibidos nuevos audios donde los directivos de la constructora reconocen sobornar a jueces con motivos poco claros, pero que abonan al manto de una impunidad insaciable. Parece un asunto inacabado, en donde los damnificados pueden ser muchos políticos de alto nivel, de la actual administración y también de los dos sexenios anteriores. El ventilador frente al montículo de lodo amenaza con ensuciar a varios personajes de la clase política mexiquense.
Lo que muestra hasta ahora el asunto de OHL es más grave de lo que aparenta o que las autoridades pretenden minimizar. La forma corrupta con la que OHL manifiesta hacer negocios con el poder político desnuda una práctica común que no se erradica ni con leyes que no se cumplen ni con un manual de buenas intenciones. El Estado de México parece encaminado a abrir una Caja de Pandora de la connivencia con la que actúan empresarios y políticos para hacer negocios comunes, de privilegios insultantes y donde prevalece una amplia gama de conflictos de interés.
La oposición se ha visto complaciente frente al escándalo que tiene por delante, ya sea porque están entretenidos en sus campañas electorales, o bien, porque todos actúan bajo el mismo diseño de la corrupción. Con obras públicas estigmatizadas por sobreprecios o fraudes que tienen la anuencia de la vida institucional, simplemente no hay presupuesto que alcance. Ahí están los “moches”, los “diezmos” y demás significados que políticos y empresarios entienden para favorecer sus intereses de grupo, y de ahí se explica la encarnizada lucha por el poder en cada elección.
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A diez días de la elección, se intensificará la denuncia mutua entre partidos políticos y candidatos que entregan dádivas a cambio de votos. El diseño institucional de la actual democracia se cimienta sobre gobiernos paternalistas, por ello desde ahora los votantes de las zonas de mayor marginación esperan utilitarios, despensas, materiales de construcción y hasta dinero en efectivo para salir a votar. Los candidatos lucran con la pobreza de un electorado necesitado y sumido en esa condición para beneficio propio de la clase política del país.
Todos los partidos actúan al margen de la Ley o fuera de ésta. Las autoridades electorales son omisas e incapaces de frenar la compra o coacción del sufragio, que por obvias condiciones no se emite ni en libertad ni con independencias. La movilización del electorado es el subterfugio ideal para permitir la compra de los votos, el mismo día de los comicios. Esa es la calidad de democracia que nos quieren vender, que nos sale muy cara, con gobiernos corruptos, ineptos e ineficaces.
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