Francisco Ledesma / La calificación del Segundo Informe
El Estado de México es un espacio lleno de simbolismos para el priísmo y la política nacional. Es uno de los pocos estados sin experimentar la alternancia partidista; el mayor bastión electoral con casi doce millones de electores; y es la cuna del Grupo Atlacomulco, a quien se atribuye la más profunda desaprobación del PRI en su historia. Allí gobierna Alfredo Del Mazo Maza.
A dos años de haber asumido el poder político, para ocupar la misma silla que alguna vez alcanzaron su abuelo y su padre del mismo nombre, Alfredo asume un liderazgo frente a un priísmo que se encuentra absolutamente desdibujado.
La militancia de primera fila le extiende la mano y reconoce un liderazgo que ha heredado por tiempo y circunstancia. Lo arropa su partido y la oposición. Atrás han quedado los momentos aciagos de una victoria electoral reducida, para hoy cogobernar con el presidente más votado en la historia democrática del país.
Aquí, Osorio Chong acudió a Toluca hace 24 meses. Entonces era secretario de Gobernación, aspiraba a una candidatura presidencial; a la distancia, coordina una bancada parlamentaria tan diminuta que cabe en una selfie. En la salutación encuentra a su paso a René Juárez, el otro coordinador priísta, pero en San Lázaro. Apenas seis gobernadores priístas le dan su espaldarazo; y otros seis exmandatarios mexiquenses también se agrupan dentro de su mensaje.
Del Mazo lanza un mensaje sensato. Lejos de una profunda autocrítica pero tampoco hubo falsos triunfalismos. Las cifras delmacistas se contrastaban de manera rigurosa: las buenas calificaciones, fueron aquellas que le otorgaron el Coneval, el Inegi, las certificadoras internacionales y hasta el PNUD.
En contraste, las malas notas prefirieron omitirse, porque entonces el impacto mediático se hubiera decantado hacia lo negativo. Es un cálculo político.
Alfredo rinde un informe concreto. Atrás quedaron los tiempos donde se enumeraban cifras interminables. De forma específica, el priísta concentró sus esfuerzos en los temas que más lastiman a los mexiquenses. También es cierto que, los logros del informe tienen un alcance limitado, y por tanto intangible para quienes pretenden profundizar la crítica.
En caso de que Alfredo Del Mazo hubiera asistido a la Legislatura Estatal nada del formato ni del contenido del informe se hubiese modificado. Pronunciar que el informe del gobernador es un formato anquilosado resulta un lugar común que no resuelve el fondo.
Cuando se pretende avanzar hacia gobiernos de coalición, revocación de mandato y contrapesos del poder político, sería deseable que la Legislatura Estatal entrará en una evaluación paralela con el Poder Ejecutivo respecto de quienes integran su gabinete, y las metas alcanzadas conforme a sus políticas públicas, acciones implementadas y ejecución de recursos públicos.
En esa medida, los legisladores locales tendrían en la Glosa del Informe un mecanismo de calificación para ratificar al gabinete, y no tener en la comparecencia de secretarios una simple aspiración para subir a tribuna, fustigar al gobernante en turno, y esperar al día siguiente un impacto mediático anecdótico que no trasciende institucionalmente.
De regreso a la escena del Palacio de Gobierno, Del Mazo resiste al transe de gobernar con la oposición empoderada, enquistada en los espacios del poder público: el gobierno federal, la legislatura estatal y los municipios mexiquenses.
Alfredo no es un hombre de partido, porque no ha ocupado cargos en el priísmo; pero sobre todo, es un hombre de militancia, que nació en el seno de una familia acuñada en el partido hegemónico. Nadie debiera ponerlo en duda.
Del Mazo está convencido que desde el Estado de México transita la refundación del PRI, incluida la posibilidad del cambio de nombre, el financiamiento, la operación política y la movilización electoral acumulada por años.
Pero Alfredo tiene su propio estilo. No obedece a la visceralidad montielista de publicar desplegados escandalosos; mucho menos puede aparejarse al perfil telegénico que hoy tiene sumido en la frivolidad al peñismo; ni tampoco puede someterse al talk show eruvielista marcado por el despilfarro entre sus cuates.
El tiempo se acorta porque Del Mazo debe ejecutar mejor su proyecto de gobierno; acercarse mejor con la gente; comunicar mejor los alcances de su mandato; ya que la evaluación que más debe importarle en su imaginario político no es el Coneval, el Inegi, las certificadoras internacionales o el PNUD, sino su electorado donde la aprobación siempre es difícil en tiempos de polarización partidista, ideológica o social.
La tenebra
Para la anécdota, Ana Lilia Herrera no publicó nada en su página de Facebook con relación al Segundo Informe de Alfredo Del Mazo. En su cuenta personal de twitter, apenas siete mensajes retuiteados de otros diputados federales, dos más RT a publicaciones del mandatario mexiquense y otra reuiteo a una integrante del gabinete estatal.
Por iniciativa propia cero mensajes, pese a lo asidua que resulta ser para las redes sociales.
