Las alianzas electorales son en esencia la fórmula perfecta para garantizar la supervivencia de partidos políticos con permanente riesgo de perder su registro. Este lunes, vence el plazo para que los institutos políticos inscriban sus coaliciones rumbo a la elección de gobernador del Estado de México, poniendo de manifiesto que se trata de una estratagema que garantice el acceso a recursos públicos de partidos políticos aunque su preferencia electoral no les permita siquiera incidir en la toma de decisiones del poder público y político.
En las últimas tres elecciones de gobernador, los partidos chicos han optado por sumarse a las grandes fuerzas electorales para postular candidatos, renunciando a sus ideologías, propuestas y militancia. Pese a que en algunos casos, han obtenido el triunfo de la mano inefable del priísmo, los beneficios han sido escasos o nulos para los partidos que han conseguido esas alianzas electorales.
Desde 1999, el Partido Verde decidió aliarse con el Partido Acción Nacional, para impulsar la candidatura de José Luis Durán Reveles. Mientras que el Partido del Trabajo se sumó a la alianza electoral del PRD, en apoyo al hoy militante de Morena, y dos veces alcalde de Texcoco, Higinio Martínez Miranda.
Seis años más tarde, el PT se sumó a la candidatura de la empresaria, Yeidckol Polevnsky, que encabezaba el PRD. Hoy Polevnsky es la secretaria general del Morena, apoyada por López Obrador. Otro partido menor, Movimiento Ciudadano se alió con el PAN, quienes empujaron la candidatura de Rubén Mendoza Ayala.
En esa ocasión, el Partido Verde abandonó al panismo, y decidió coaligarse con el partido que antes combatió, para configurar una alianza electoral con el PRI, que impulsó la candidatura de Enrique Peña Nieto. En el pago de favores, Guillermo Velasco fue nombrado por breve tiempo como secretario de Medio Ambiente del Estado de México, aunque sin grandes luces sobre ese tema.
En 2011, se repitió la historia, y el PRD logró sumar los votos de PT y Movimiento Ciudadano, para respaldar la candidatura de Alejandro Encinas Rodríguez. En tanto, el PRI alcanzó coaliciones electorales con el Partido Verde y Nueva Alianza.
Pese al triunfo electoral, el Partido Verde no obtuvo un beneficio directo. Militantes priístas que se vistieron efímeramente como “verdes” se incrustaron en el gabinete de Eruviel. Carlos Cadena fue secretario de medio ambiente y del trabajo. Salvador Neme fue el primer titular de la extinta Secretaría de Seguridad Ciudadana; y Caritina Saénz como directora del DIF Estado de México y coordinadora general de Asuntos Internacionales. Con Nueva Alianza, sólo se reconoce haberle cedido la alcaldía de Cuautitlán Izcalli de la mano de Víctor Estrada. Los costos son para el electorado al mantener con recursos públicos a partidos políticos que tienen poca preferencia pero abundantes prerrogativas.
Las alianzas electorales no han aportado un cumulo de políticas públicas, gobernabilidad, diálogo social o resultados tangibles al electorado. En conclusión, sólo han tenido una rentabilidad política y financiera para partidos políticos que operan como franquicias familiares, y que poco o nada representan al electorado, y cuyos niveles de votación resultan incalculables por su estrategia sistemática de construir alianzas electorales a su favor.
La elección de gobernador de junio próximo, los partidos chicos han garantizado su alianza electoral, para evitarse incluso la necesidad de elegir a un candidato a gobernador ante la escasez de cuadros, y eventualmente, a la carencia de ideología, propuestas, plataforma y proyectos de gobierno.
