El anuncio del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador para decidir sobre la continuación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco a través de una consulta ciudadana, obligará al gobierno de Alfredo Del Mazo Maza a sostener una postura firme para persuadir y lograr la conclusión de un proyecto de infraestructura que defendió desde su campaña electoral.
En el proselitismo por la gubernatura mexiquense, hace poco más de un año, fueron recurrentes las posturas encontradas entre el priísta Del Mazo y la morenista Delfina Gómez. El primero, por sostener que el proyecto aeroportuario simbolizaba no sólo una importantísima inversión púbica, sino un detonante económico en la zona oriente del estado que generaría alrededor de 500 mil empleos directos; mientras que la segunda, arropada por el hoy presidente electo, mostraba su rechazo a una terminal aérea que atentaba contra el desarrollo sustentable, en medio de una rampante corrupción en su origen.
A la distancia, López Obrador, y seguramente la propia Delfina Gómez -próxima coordinadora estatal del gobierno federal-, han moderado sus posturas sobre el desarrollo del aeropuerto en Texcoco. Andrés Manuel ha sostenido que el desenlace de la terminal aérea deberá ser a partir de los aspectos técnicos por encima de las posiciones políticas: y la consulta ciudadana le ayudará a resolver la conclusión o cancelación Nuevo Aeropuerto Internacional de México.
Lo cierto es que Alfredo Del Mazo, en su calidad de gobernador del Estado de México, se convertirá de facto en defensor de los intereses políticos y empresariales que definieron la nueva sede del aeropuerto desde hace más de 18 años, cuando el gobierno foxista cedió a las presiones sociales de ejidatarios de San Salvador Atenco. Hoy, López Obrador ha optado por una consulta que le permita legitimar la decisión que tome su gobierno sobre la terminal aérea.
Hasta ahora, Del Mazo se ha mostrado ajeno a un proyecto que incide en su plan de gobierno. Más allá de las posturas que se oponen al Aeropuerto en Texcoco, el gobernador priísta está obligado a incidir en el debate público, tan sólo porque cualquier decisión incidirá en la infraestructura del Estado de México; y en caso de la continuación del mismo, puede lograr un relanzamiento de su administración para reivindicar sus componendas con las élites económicas en torno al proyecto aeroportuario.
Sin embargo, hay un dato preocupante en el desenlace del aeropuerto. Los retrasos de la obra, advierten que el sexenio de Alfredo Del Mazo puede concluir antes de que se inaugure el proyecto aeroportuario en Texcoco. Es decir, aun cuando el mandatario mexiquense se involucre de la discusión pública, la consulta ciudadana y de la decisión del próximo gobierno federal, su administración no podría beneficiarse del detonante económico que se presume alcanzaría una vez que se inaugure dicha terminal área.
Una eventual cancelación del aeropuerto peñista, no sólo debe dimensionar el impacto económico y social que ha proyectado López Obrador. Desde ahora, puede anticiparse que los costos políticos los asumirá en lo inmediato el gobierno priísta que encabeza Alfredo Del Mazo, que acumularía un fracaso en el anhelo del Grupo Atlacomulco por contar con un aeropuerto de clase internacional, que detone el desarrollo económico, urbano y de vivienda, en la zona más marginada del estado, la zona oriente, particularmente Texcoco, que curiosamente, es el principal bastión electoral de Morena en el Estado de México.
