A pesar de los intentos de los partidos políticos por democratizar sus procesos internos para elegir al próximo candidato a gobernador, lo que prevalece son decisiones unipersonales o de una élite política quienes ungirán a los contendientes de la elección de 2017 para definir al sucesor de Eruviel Ávila.
En el PRD, por ejemplo, han sostenido que irán a una elección ciudadana para definir a su próximo candidato a gobernador. Lo cierto, es que el desinterés de la gente y el desconocimiento de los asuntos internos del perredismo, desembocarán en que sean las cúpulas del partido quienes movilicen a su propia militancia y simpatizantes, para elegir al candidato que convenga a la élite política que detenta el poder al interior del partido del sol azteca.
En el PAN, las definiciones transitan entre realizar una elección entre la militancia, lo que devuelve la posibilidad al ungimiento de una élite. En otra posibilidad explorada por el panismo, se establece que en caso de una alianza electoral, la decisión sobre el candidato se dejaría en manos de una designación directa a cargo de la dirigencia nacional, que encabeza Ricardo Anaya.
Los casos más emblemáticos, son los que representan el PRI y Morena, quienes dejarán la decisión sobre el candidato a una elección unipersonal. Aunque en teoría son fuerzas antagónicas, su toma de decisiones es la más parecida.
Bajo el esquema presidencialista de concentración de poder, en el priísmo mexiquense tienen la convicción y el convencimiento de que será Enrique Peña Nieto el gran elector del candidato tricolor, que buscará refrendar al PRI en el poder. Aunque el priísmo se ha aprobado elegir al candidato por convención de delegados, es un secreto a voces que desde Los Pinos vendrá la definición de quien busque suceder a Eruviel Ávila. La moneda, sin embargo, sigue en el aire.
En el Movimiento de Regeneración Nacional nadie menciona sobre los procesos internos de selección de candidato. Sin embargo, está claro que la definición corresponderá a un gran elector: López Obrador como dueño del partido. En su estructura de verticalidad política, Andrés Manuel tendrá una decisión unipersonal, que desde ahora todos advierten a favor de Delfina Gómez.
En el Partido Verde y Nueva Alianza todo está pactado para conformar una alianza con el PRI, lo que les permitirá mantenerse con vida en el Estado de México. Sus procesos de selección de candidato están anulados, en tanto que apoyarán al candidato priísta, y su militancia es en absoluto, marginada.
Otros partidos de izquierda como el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, apuestan a tener una intención del voto por encima del 5 por ciento, para posteriormente pactar algún acuerdo electoral, a cambio de su estrecho margen de preferencias electorales. Para ellos, lo importante no es ganar, sino participara por el acceso de las millonarias prerrogativas electorales.
Los procesos de democratización en los partidos políticos son una falacia, sin que existan elementos para legitimar a los próximos candidatos a la gubernatura. La definición, incluidos todos los partidos políticos, será desde la élite política y a favor de la misma, donde una minoría organizada decidirá por encima de una mayoría desorganizada.
Esa es la democracia que prevalece, y que se impondrá en una decisión cupular para los comicios del año entrante.
