Toluca, Edomex. 28 de marzo de 2017.- La elección de junio próximo será no sólo la más competida en la historia del Estado de México sino además la de mayor descalificación entre los contendientes. La guerra sucia, o también llamada campaña de contraste ha proliferado en contra de todos los aspirantes a la gubernatura. En esencia, entre los votantes ha comenzado a permear la percepción de que deberán elegir al menos malo y no necesariamente al mejor candidato o candidata. Todos, hasta ahora, parecen con un negro historial.
Los partidos políticos han desarrollado con antelación, una investigación de los escándalos del entorno personal, profesional y familiar para lanzar los ataques en contra de los candidatos. Entre todos prolifera la corrupción, el nepotismo, el abuso de autoridad, el desvío de recursos públicos, el tráfico de influencias. El régimen político lo contamina o lo coopta todo, y a todos. Todavía ni siquiera comienzan las campañas formalmente, y los escenarios de ataque han ya proliferado lo suficiente para revelar el lado oscuro de los candidatos.
En la medida en que las campañas sucias se esparcen, el electorado se desalienta de cada votación. A mayor desgaste y descalificación entre los candidatos, el resultado es inhibir la participación de electores, en cuyo escenario el partido más beneficiado es el PRI. Ante un alto abstencionismo, el priísmo siempre apuesta a ganar con su voto duro, su vasta estructura y su profunda capacidad de movilización. Esa es la base clientelar de la democracia.
Muchas de las historias contadas para descalificar al otro carecen de argumentos o pruebas tangibles. Se privilegia el rumor como herramienta electoral. La campaña por venir estará plagada de ataques por encima de propuestas. El escenario se advierte desalentador en una contienda donde gana el que hace mejores trampas. La autoridad electoral es un simple espectador sin capacidad de regular o sancionar a quienes infringen las reglas.
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En el equipo de campaña delmacista continúan los cambios y ajustes. Falta menos de una semana, y Alfredo del Mazo no está convencido de su equipo de arranque. En menos de sesenta días ya suma dos coordinadores de campaña, y todo apunta a que ya busca su tercer coordinador de prensa. Una de dos, o simplemente no encuentra el perfil idóneo o la lucha de poder es tan intestina que no permite su permanencia. Hay una tercera versión, a manera de sarcasmo, y es que al ritmo en que rota el personal, es muy probable que ahí adentro paguen por hora y en dólares para que los cargos estén tan cotizados.
En esencia, todo apunta que el control de la campaña de medios será controlado desde el centro del país, bajo la toma de decisiones de David López y el denominado Chilorio Power, quien ha acompañado al proyecto delmacista desde la década de los ochenta pasando por la gubernatura mexiquense, la secretaría de Energía, la fallida candidatura a la jefatura del Distrito Federal, la alcaldía de Huixquilucan. Y ahora no será la excepción.
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