Toluca, Edomex. 22 de julio de 2016.- La protesta social pone de manifiesto el hartazgo que tiene la población ante su clase gobernante, pero además exhibe la percepción de autoritarismo respecto de la toma de decisiones. Hay cientos, miles de mexiquenses, que se sienten agraviados y que en los últimos años han tomado las calles para rechazar acciones y omisiones de un gobierno sordo. La respuesta de la élite política ha sido contundente con la próxima aplicación de la llamada Ley Atenco para someter y criminalizar la protesta.
Los casos más emblemáticos de las manifestaciones civiles se han encontrado en Atenco y Xochicuautla. El discurso oficial y la prensa oficialista, acusa a los movimientos sociales de oponerse al desarrollo y modernización. Las voces de inconformidad encuentran escasa interlocución. La protesta se pretende instalar como una incómoda minoría. Las instituciones son usadas como la coartada perfecta para imponer las decisiones de otra minoría: la élite política y empresarial.
La Ley Atenco preocupa, lastima y oprime a la resistencia civil. La increpación social recibida por Eruviel, ayer en Lerma, no es un asunto casual ni aislado. El hartazgo social se réplica en sectores de la población que sienten agraviados sus derechos humanos. La escena de reclamo ciudadano a una obra de infraestructura no puede reducirse a una anécdota incómoda. El diálogo social debiera ser una alternativa constante de una clase gobernante que permanece en una burbuja superficial que invisibiliza a las mayorías.
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Televisión Mexiquense siempre ha resultado un mecanismo de propaganda gubernamental al servicio del PRI y del gobierno. Sobran los casos de autocensura y censura en torno al canal de televisión pública. Por ahora, muy extraña y sospechosa resulta la serie de entrevistas lanzada a través de Televisión Mexiquense en vísperas del proceso electoral mexiquense. Cuando un puñado de priístas sueña y anhela con suceder a Eruviel Ávila, la televisión permisionaria del Estado se ha prestado a las aspiraciones de los priístas. Parece que no es casual que Lula Orive -directora del canal- haya lanzado como entrevista inicial al dirigente estatal del partido en el poder, quien es además su amigo personal.
Lula pertenece a su mismo grupo político y ha hecho uso de un canal de interés público como la plataforma de promoción personal de intereses particulares. Parece ingenuo que el interés supremo por la información pública obligue a entrevistar a dirigentes partidistas en un año no electoral. Más grave aún es la omisión de los órganos electorales para regular el espacio de la televisión del Estado en lo que se advierte como actos anticipados de campaña.
La gran incógnita es conocer si Televisión Mexiquense seguirá con esa serie de entrevistas, sobre todo porque los aspirantes sobran, y no sólo corresponden a un solo partido político. Justificar las razones de sus entrevistados, parece un laberinto de complejidades a los que Lula Orive y su canal de Televisión, difícilmente podrán responder. La lista de aspirantes espera ansiosa aparecer en la pantalla de Mexiquense, aunque el primer golpe ya está dado.
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