Toluca, Edomex. 20 de junio de 2016.- El reto del PRI del Estado de México para los próximos siete meses advierte dos acciones sustanciales: En primer lugar, la definición o ungimiento del candidato a la gubernatura en unidad. Por otra parte, encaminar su estrategia a desactivar la alianza opositora entre PAN y PRD, que en la práctica supondría una mayor competencia electoral. Ambas tareas tienen como finalidad garantizar la prevalencia de la élite política representada por el Grupo Atlacomulco dominante desde hace más de 80 años.
Ese par de tareas, se desarrollan en paralelo, vinculadas una con la otra. Aunque en lo público, los precandidatos propagarán el discurso de que el partido definirá al candidato, todos asumen que el ungimiento saldrá desde la oficina de Enrique Peña en Los Pinos. Garantizar la unidad, supone cerrar la brecha a un posible priísta renuente que busque la candidatura opositora. La fuerza del candidato oficial no depende mucho de sus atributos sino de que sea bien visto por otros factores de poder, incluidos los exgobernadores mexiquenses.
Peña Nieto si ha hablado en los últimos meses con diferentes precandidatos bajo dos elementos de consideración. Existe plena libertad para participar de los aspirantes; pero aún no son los tiempos de definiciones. Hasta ahora, muchos muestran desesperación para promoverse y salir en las encuestas. Pero más cierto es que, hoy más que nunca, el peor elemento por considerar sean las encuestas, que han demostrado su amplio margen de error. El atalcomulquense deberá considerar otros factores en la decisión, pero eso ocurrirá hasta diciembre.
La mejor estrategia del priísmo es desactivar la alianza entre panistas y perredistas. Lo más conveniente para el PRI es la permanencia de Ulises Ramírez como un factor de decisión en el PAN. Lo mismo pasa con la dominancia de la tribu de Héctor Bautista como elemento hegemónico en el PRD. Ulises y Bautista son parte del mismo sistema, y ambos son protagonistas que favorecerían los más perversos intereses para la sobrevivencia priísta. Los grupos emergentes al interior de ambos partidos, alimentan la posibilidad de la alianza, y el riesgo para el establishment del PRI mexiquense.
En el más reciente libro del periodista de la revista Proceso, Álvaro Delgado, intitulado El Amasiato, se relata la participación activa de Ulises Ramírez para garantizar el triunfo electoral de Felipe Calderón en 2006 con más de 200 mil votos priístas convexos desde el Estado de México a favor del PAN. Pero además, el pago de favores para que con el arropo caderonista, y del propio Ulises, se lograra el triunfo de Enrique Peña en 2012. Ese Ulises es un hombre más cercano al peñismo que a cualquier asomo panista por ganar la gubernatura mexiquense. Ese mismo liderazgo es el que conviene al PRI que se mantenga en el PAN.
De cualquier modo, en el PRI mexiquense prefieren evitar cualquier exceso de confianza que provocó la derrota en siete gubernaturas en la reciente elección. Desde ahora, Eruviel se alista para su principal encuentro con las urnas. Los comicios de junio de 2017 representarán un referéndum al eruvielismo. La preocupación no sólo transita en perder la gubernatura, sino tan sólo de enfrentar una competencia reñida indeseable para el PRI en la tierra natal de Peña Nieto. Origen es destino, y el Estado de México es el último resquicio en el que el priísmo puede apostar por conservar la Presidencia de México. Perder aquí, sería el principio del fin.
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