Toluca, Edomex. 16 de diciembre de 2015.- Los desencuentros entre Miguel Ángel Mancera y Eruviel Ávila Villegas han sido manifiestos. A pesar de las intenciones discursivas por privilegiar una coordinación metropolitana, lo que ha prevalecido en los últimos tres años, ha sido un encono por ganar protagonismo de un lado y del otro. Ahora, con la puesta en marcha del nuevo reglamento de tránsito en la capital del país se desecha el reglamento metropolitano que en su momento acordaron Marcelo Ebrard y Enrique Peña. Las diferencias políticas han profundizado en los últimos 36 meses.
Lo único concurrente entre Ávila y Mancera es su intentona por alcanzar una candidatura presidencial en 2018. Hoy, las diferencias personales entre Eruviel y Miguel Mancera han derivado en distancias jurídicas y administrativas en un territorio que no distingue límites geográficos. Desde la Federación tampoco existe un interés por conciliar la diversidad y las contraposiciones. Lo que se avanzó en seis años entre Ebrard y Peña, ha derivado en una confrontación equiparable, tal como existió entre Montiel y AMLO. La historia es cíclica y repite los esquemas que parecían superados.
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El viejo régimen priísta se caracterizó por hacer de la diplomacia, la herramienta por antonomasia para el pago de favores políticos o para el exilio de enemigos personales. Hoy, la reinstauración presidencialista priísta en todas sus formas, ha permitido a Peña Nieto nombrar como embajadores, a mexiquenses desconocedores del servicio exterior mexicano, pero acomodaticios en las componendas que otorga el poder. Ayer, Juan José Guerra Abud, exjefe de Peña Nieto, fue nombrado Embajador de Italia, a pesar de no conocer a plenitud la diplomacia mexicana.
Ya antes Peña había sido criticado por la misma circunstancia. Mexiquenses que prácticamente han asaltado el servicio exterior por al ascenso al poder presidencial de Enrique Peña. Un exrector y un exsecretario particular han tomado posiciones estratégicas en la política mexicana. Agustín Gasca y Miguel Basáñez son un pago de favores políticos presidenciales. Las relaciones exteriores del país son suplantadas por la conveniencia de las relaciones personales del presidente. Hoy la cancillería mexicana se ha convertido en una bolsa de trabajo para los amigos del peñismo.
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Interesante el ejercicio que ha comenzado a practicar el PRI en los 12 estados donde habrá elecciones para gobernador. En principio depuran la lista de aspirantes a la gubernatura. Un listado de cinco a seis personajes, firman un pacto de civilidad y unidad, que garantice lealtades posteriores. En el paso final, desde Los Pinos se dicta quién es el candidato de unidad. Enrique Peña convertido en el gran elector. A veces resulta un éxito y otras un fracaso, bajo la carga del único elector dentro del PRI.
Esa misma dinámica ocurrirá muy seguramente en el Estado de México en un plazo de doce meses, cuando el PRI deberá definir a su candidato para suceder a Eruviel. El mensaje está claro desde ahora, Enrique Peña decidirá quién será el candidato priísta que aspira a gobernar la tierra natal y cuna del grupo Atlacomulco. Desde esa lógica, Ávila buscará incidir en otras posiciones para beneficio de su grupo o de su persona.
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