Toluca, Edomex. 07 de junio de 2017.- Aun cuando no es oficial la victoria de Alfredo del Mazo en la elección de Gobernador del Estado de México, en el priísmo han comenzado a repetir aquella premisa que establece que la derrota es huérfana, pero de la victoria muchos pretenden colgarse la medalla. En la primera línea se ubican Enrique Jacob Rocha como jefe de oficina del candidato y Ernesto Nemer como coordinador general de campaña. En esa lógica, pese a la derrota en su tierra natal, Alejandra del Moral puede salir fortalecida.
Otro de los grandes beneficiarios del triunfo delmacista es Cruz Roa, quien anduvo detrás de los diputados locales priístas en tareas de alquimia electoral. Ahí también se ubica el legislador local y exalcalde de Lerma, Erick Sevilla, el responsable estatal de las estructuras de activismo electoral. Además, metan en esa lista al exsecretario de Educación, Raymundo Martínez, hoy secretario general del priísmo mexiquense; y al exalcalde de Acolman, Darío Zacarías, quien fungió como secretario de organización.
Del grupo delmacista nadie pierda de vista a Juan Pedro García, quien a través de su atroz estructura denominada Fortalecimiento Partidista (+FP), venderá cara la victoria electoral sólo por su cercanía con el candidato. Ahí se incluye a los juniors Alfredo Baranda Sáenz y Gerardo Ruiz Dosal, ambos hijos de dos delmacistas del padre del candidato: el exgobernador Alfredo Baranda García y el impresentable secretario de Comunicaciones y Transportes, Ruiz Esparza.
La estratega electoral Gisela Rubach ha sido demasiado sobrevalorada. La imagen de la mano empuñada no prendió. El slogan fuerte y con todo fue un fiasco. La tarjeta del salario rosa -un cartón para afianzar una promesa de campaña- funcionó como una herramienta clientelar, pero hoy es uno de los elementos para aducir fraude electoral. Rubach se acuarteló en la sede priísta durante los últimos veinte días, pero la campaña de aire dio tumbos y titubeos desde el arranque hasta el final.
Otras estructuras electorales de mera simulación fueron las encabezadas por Adrián Fuentes y Raúl Domínguez Rex. Del primero, pocos sabían que existían pero donde muchas estructuras de activismo electoral fueron confrontadas. Del segundo, fue el responsable de designar delegados especiales que sirvieron de mero membrete para la vieja guardia con un lastre para la campaña. Ambos buscarán cobrar una factura, que se convirtieron en puntos negativos para el proselitismo delmacista.
En caso de confirmarse el triunfo delmacista, deberá sopesar aquellos municipios que visitó con tanta frecuencia y donde se topó con pared. Ecatepec, Cuautitlán Izcalli, Tlalnepantla, Naucalpan y hasta Tenancingo, fueron parte de la agenda de la derrota. Y hubo muchos otros, donde Del Mazo desestimó hacer presencia y contribuyeron a la ventaja mínima, y la victoria definitiva. La toma de decisiones de su campaña estuvo determinada por afectos políticos y no por la rentabilidad electoral. Los resultados así lo demuestran.
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