Toluca, Edomex. 26 de junio de 2014.- ¿Será Carlos Iriarte el alquimista electoral que necesita el PRI para salvarse de un eventual despeñadero? La respuesta parece sembrar muchas dudas cuando se revisa la historia personal de Iriarte como candidato. En su defensa, su círculo más cercano de colaboradores, desahoga que Carlos conoce como pocos las entrañas del partido, su militancia, su maquinaria electoral, y difícilmente podrán existir simulaciones a la hora de ejecutar las tareas que exigirán los comicios intermedios.
En 2009, Carlos fue candidato a diputado local por Huixquilucan. En aquella gris historia, Iriarte obtuvo poco más de 41 mil sufragios y un porcentaje de 43.49%; mientras que su adversario, el panista Jorge Inzunza, alcanzó poco más de 34 mil votos y un 36.06% de las preferencias. Tan cerrado fue el triunfo del priísta, que Inzunza tuvo posibilidad de colarse a la legislatura estatal como diputado de primera minoría. Es decir, para el PRI ahí se dio uno de sus peores resultados.
Tres años más tarde, las cosas se pusieron mucho peor. Entonces Carlos compitió por la alcaldía de Huixquilucan, donde sumó una cifra superior a los 41 mil sufragios y 39.63% de la votación; seguido muy de cerca por el panista Javier Campos, con una cifra de 37 mil votos, y una preferencia del 35.95%. Las cifras hablan por sí solas, y al menos exhiben, que la presunción de operador electoral no se reflejan tan ampliamente cuando Iriarte ha sido candidato.
Otra gran incógnita es si Carlos concluirá su encargo como dirigente estatal del PRI hasta octubre de 2015. Y es que cuando fue diputado local, abandonó su encargo para convertirse en subsecretario general de gobierno, más tarde se fue como secretario de organización al PRI, regresó a su curul, pero volvió a tirar la toalla para ser candidato a alcalde de Huixquilucan. En la víspera, dejó botado el cargo de presidente municipal para ungirse como presidente del priísmo mexiquense.
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La cantidad de ejecuciones en el Estado de México simplemente parece incontrolable. A pesar de la presencia del Ejército Mexicano y la Marina Armada, y el enviado especial de Osorio Chong, en persona de Damián Canales, la entidad mexiquense reportó para el mes de mayo un total de 153 homicidios vinculados con el crimen organizado. Con ello, se ubicó en el segundo lugar de asesinatos durante el quinto mes del año, sólo detrás de Tamaulipas con 168.
El Estado de México -con todo y el Plan Estratégico de Seguridad que se presume en radio, televisión, espectaculares y salas de cine-, ocupa el primer sitio en ejecuciones durante lo que va del año con 970. Esas cifras son las que omite el gobierno eruvielista cuando también anuncia una reducción del 16 por ciento en los delitos de alto impacto. Y entonces, ¿cuál es el impacto de los homicidios dolosos para las autoridades estatales?
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