En un plazo de cuatro meses, los legisladores mexiquenses –dominados por la mayoría hegemónica priísta- deberán elegir a los consejeros del Instituto Electoral del Estado de México. La reforma política avalada por el Congreso de la Unión dispuso la permanencia de los órganos electorales locales, pero legalmente el ciclo del actual consejo comicial de la entidad ha concluido. La renovación debió darse desde noviembre del año pasado, pero dadas las discusiones de la reforma electoral, se les otorgó un tiempo de gracia que se cumple en Abril.
Los consejeros electorales que se designarán en razón de las cuotas partidistas representadas en la legislatura estatal, anticipa un mayoriteo para los intereses del priísmo, y muy en particular de las decisiones que tenga el eruvielismo que mandata desde Palacio de Gobierno. Los panistas y perredistas por igual deberán conformarse con las migajas del reparto electoral que ya se avecina. Ahí jugarán a una rebatinga mínima pero necesaria a la hora de hacer el palomeo.
Los consejeros electorales que se elegirán en Abril tendrán como consigna la organización de las elecciones intermedias de 2015 –cuando se renueven las 125 alcaldías y 75 diputaciones locales-, pero más importante aún, serán responsables de los comicios de 2017 cuando se elija gobernador. Por anticipado que parezca, de ese tamaño es la importancia de un consejo electoral que se puede vaticinar cerrado de ojos estará dominado por propuestas priístas.
No se requerirá siquiera de operación política, bastará con la maquinaria legislativa para que el priísmo imponga sus condiciones y a sus consejeros. Lo que está en juego es la capacidad de Eruviel para poner al menos dos consejeros que respondan a su grupo político o el margen de maniobra en favor de los exgobernadores y demás componendas. Ávila tiene el reto de fortalecer su gubernatura y demostrarlo frente a quienes cuestionan su pericia política.
A propósito de eventuales cambios en el gabinete, los consejeros electorales salientes estarán prestos a la posible inclusión en el gobierno estatal. Ahí está el caso del camachista, Jesús Jardón Nava quien siempre ha soñado en convertirse en Procurador de Justicia; el montielista José Martínez Vilchis –exrector de la UAEM- que podría aspirar a la secretaría de Educación; Juan Carlos Villarreal –siempre cercano a Luis Miranda- podría incorporarse con su jefe político a la Segob. Como sea, futuro existe para ellos.
Quien no pierde la esperanza es Arturo Bolio Cerdán, para convertirse en uno de los posibles consejeros que inauguren la etapa del Instituto Nacional Electoral, que surgió de la reforma política avalada en diciembre pasado. Bolio llegó al IEEM por iniciativa del panista Francisco Gárate Chapa, pero en esta ocasión es la carta priísta mexiquense –tierra de origen de Enrique Peña- que aspira a erigirse en consejero electoral nacional. Tiene fuertes y serias posibilidades.
