Francisco Ledesma / 2021: Otro año perdido
A partir del mes de diciembre, se deberán iniciar las precampañas del proceso electoral federal, cuyo trámite significará la definición interna de candidatos formales para diputados federales en el Estado de México, y con ello los comicios de 2021 serán la prioridad de la agenda pública, lo que se traduce en una inmovilidad de las estructuras gubernamentales durante doce largos meses
Es decir, la acción de gobierno pasará a segundo plano en función de dos factores sustanciales: por un lado, los gobernantes municipales estarán más ocupados en heredar el poder a su propio partido; por otra parte, comenzarán a permear los periodos de veda electoral que dificultan la realización o entrega de obras o programas de gobierno para garantizar la equidad del proceso en marcha.
En todos los casos, marcará la imposición de candidaturas únicas. La razón es muy simple: los partidos grandes como Morena, PRI y PAN evitan escenarios de división cuando se establece una decisión superior para designar candidatos. En el caso de los partidos pequeños, su representación no alcanza siquiera para completar a sus candidatos en todos los distritos y municipios en disputa.
En las próximas tres semanas, los partidos políticos definirán candidatos a legisladores federales y locales, y presidentes municipales. Aunque en diciembre sólo se darán a conocer los del proceso federal, la toma de decisiones debe incluir los candidatos del proceso local, puesto que eso facilita los acuerdos y las componendas entre grupos políticos, aunado al cumplimiento que exige la ley en la materia respecto de las cuotas de género en cada elección.
Hacia la segunda quincena de enero, vendrá la simulación de los procesos internos locales, en tanto que los candidatos ya estarán definidos en todos los partidos políticos, pero en cada uno se sorteará una precampaña interna.
En los meses de febrero y marzo, con aspirantes ya definidos y sin campañas electorales formales, los partidos y candidatos delinean sus estrategias para comprar voluntades y activar sus estructuras de movilización del voto cuando falten escasos cuatro meses para los comicios.
Los meses de abril y mayo serán de la veda electoral obligatoria. Los gobernantes estarán obligados a silenciar toda acción pública. Con la reelección ya vigente, decenas de alcaldes y diputados buscarán el voto de nueva cuenta como candidatos. Y el espectro mediático se inundará de descalificaciones, campañas de contrastes, insultos, encuestas y escasamente propuestas.
En junio se realizarán los comicios intermedios, pero los resultados electorales no reactivarán de inmediato la acción de gobierno. Si bien se acaba la veda electoral, en los ámbitos de poder local prevalece una inacción gubernamental que se extiende hasta que las autoridades electas asumen sus funciones.
La Legislatura estatal dará cerrojazo a iniciativas pendientes, ya que los nuevos diputados locales tendrán su propia agenda que pretenderán impulsar a partir del mes de septiembre. Los legisladores salientes sólo alistarán la mudanza.
Para el caso de los ayuntamientos, la situación es todavía más preocupante. Los alcaldes salientes padecen de un vacío de poder durante siete meses, periodo que transcurre entre la fecha de la elección y la entrada de los nuevos alcaldes.
Con las definiciones del mes de diciembre, comenzará formalmente un año electoral que concentrará los esfuerzos del poder público en la renovación de la legislatura estatal y ayuntamientos, con la sensación social de tener en 2021 otro año perdido por las prioridades partidistas y electorales de las élites del poder.
La tenebra
La efervescencia electoral para el Estado de México no descansa. En 2022, los tiradores por suceder a Alfredo Del Mazo comenzarán una carrera de alta velocidad y profunda intensidad política, con el propósito de ganar el ungimiento de sus propios partidos, con la mira puesta en la elección por la gubernatura de 2023.
