Por: Violeta Huerta
A partir de este 1 de diciembre los actuales presidentes municipales comienzan a rendir sus primeros informes de gobierno. Muchos llegan desgastados, cuestionados por la falta de servicios, de obras, y con el problema de la seguridad como su principal pendiente.
Cuando eran candidatos, los alcaldes no se cansaban de prometer y ofrecer soluciones, pero al parecer sus palabras quedaron en el olvido, o ya como gobierno se dieron cuenta de que es fácil hablar, pero difícil cumplir y dar soluciones.
Claro que varios ediles encontraron ayuntamientos endeudados, con nóminas pesadas, ineficientes en la recaudación de impuestos, nada transparentes. No todos heredaron una casa limpia, pero sí bastantes problemas.
Todavía a finales del año pasado al menos en un municipio pequeño del estado de México dos regidores quisieron llevarse dos vehículos oficiales, propiedad del ayuntamiento. Los emplacaron en la ciudad de México, como si fueran particulares, pero fueron denunciados y obligados a regresarlos.
Otro caso es el de un ex alcalde que hasta el 28 de diciembre del 2015, es decir, tres días antes de concluir su gestión, pagó obras que se iniciaron casi en Navidad: tres o cuatro días antes. Obras que por supuesto no estaban terminadas. El ahora ex edil cubrió el 100 por ciento del costo por iniciarlas, pero la empresa nos las concluyó.
A eso se suma quienes no quisieron irse con las manos vacías y se autorizaron bonos o pagos superiores a lo que por ley les correspondía por sus tres años en los gobiernos municipales y muchas cosas que seguramente suceden y no nos enteramos.
Lo peor de todo es que algunos municipios no denunciaron irregularidades, y quienes no lo hacen se vuelven cómplices y abonan a la impunidad.
Esos son solo ejemplos de que algunos ediles todavía creen que pueden disponer de los bienes oficiales y del dinero público; aún hay quienes consideran que puedan llevarse lo que no es suyo y no pasará nada.
Lo ideal es que los actuales alcaldes sean honestos en sus informes y den cuenta de lo que han hecho, pero también de lo que han dejado de hacer. Que no pinten un escenario color de rosa, distante y lejano a la realidad de los ciudadanos. Urge que vean la realidad de sus demarcaciones y sean autocríticos: no hay lugar para autoengaños.
A la gente le molesta, y con razón, el discurso oficial repetitivo en el cual se señala que todo va bien, que la seguridad mejora y bajan los índices delictivos; mientras todos los días los ciudadanos son víctimas de la inseguridad y la violencia. En la entidad mexiquense no hay lugar seguro.
Independientemente de colores, los ciudadanos deben estar al tanto de lo que informen sus autoridades: denunciar a quienes falten a la verdad y exigir con argumentos. Muchas veces los abusos son secretos a voces que todos conocen, pero nadie acusa. Se necesita denunciar lo ilegal y lo irregular; no nos podemos acostumbrar, ni pensar que es normal.
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La agresión a una periodista, denunciada por el diario Reforma, por parte de policías mexiquenses y agentes de la procuraduría estatal es inadmisible y choca con el discurso oficial de combate a la violencia contra la mujer y de capacitación en materia de género; más aún: muestra a policías agresivos, abusivos, ignorantes de la protección a los derechos humanos y nada profesionales.
Lo narrado por la víctima es que los elementos humillaron, golpearon y hasta robaron a la periodista. Le sucedió a ella, pero pudo ser a cualquiera. Lo narrado por Iris indica retrocesos terribles, violaciones gravísimas que no deben quedar en la impunidad.
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El gobierno de Eruviel Ávila ha sido criticado por su cerrazón con los medios de comunicación: con el actual mandatario se acabaron las entrevistas y las conferencias de prensa. Lo suyo son los mensajes: leer y no aceptar preguntas.
