Francisco Ledesma / La corta memoria
Han pasado 75 días de que el atlacomulquense, Enrique Peña Nieto, abandonó la presidencia de México, y la agenda pública sobre el exgobernador mexiquense transita sobre su vida amorosa y su nueva residencia personal, lo que alimenta el morbo del espectro mediático, en una estrategia distractora de una evaluación general de su gobierno, e incluso de su conducta como mandatario.
En menos de tres meses, ese repudio social y desaprobación acentuada parece quedar en el olvido. En esa corta memoria, ahora es más trascendente conocer los aspectos privados de Enrique Peña, cuando hasta hace un semestre, el electorado pedía que el refugio del mexiquense fuera la cárcel para castigar sus excesos, sus abusos, sus decisiones y sus omisiones.
Una vez más, el peñismo en exilio, aparece como centro de atención en programas de espectáculos y revistas del corazón. Es más trascendente su vida privada que el escrutinio de su vida pública. Algunas columnas políticas, aún antes de concluir su mandato, revelaron que el exgobernador mexiquense había determinado refugiarse en Madrid, en su retiro como expresidente mexicano.
El entramado pasional se adereza como consecuencia de que la todavía esposa, ha sido una de las actrices consentidas de la televisora más poderosa de Iberoamérica; y una modelo como nueva conquista, integrante además de las élites empresariales del bajío mexicano, la convierten en la cereza del pastel.
La especulación frívola conlleva además a la posible bioserie de la actriz; hasta la eventual edición de un libro que revele toda serie de escándalos, secretos y confidencias, pero particularmente de la vida privada, y no del ejercicio público.
En la opinión pública, somos testigos de un protagonista de telenovela, de su propio melodrama, exento de la evaluación institucional y la auditoría oficial respecto de un sexenio estigmatizado por la rampante corrupción, pero que hasta ahora no tiene a ningún funcionario frente a algún proceso penal o administrativo.
En consecuencia, nadie de su gabinete está tras las rejas, ni siquiera inhabilitado para ejercer cargos públicos en el futuro próximo.
Lo que sobran son los juicios sumarios, a partir de razonamientos ideológicos, antagonismos políticos y la viralización de escándalos digitales. Los señalamientos del gobierno entrante, las más de las veces carentes de pruebas, se dispersan en la montaña informativa y pierden interés ante una eventual prevalencia de un pacto de impunidad, que beneficie a las partes involucradas.
Lo que falta es esclarecer los conflictos de interés del peñismo, deslindar responsabilidades de la insultante Estafa Maestra -incluidas autoridades locales y universitarias-, evaluar las políticas públicas del sexenio agonizante, determinar el éxito o el fracaso de sus reformas estructurales, rebasar la frivolidad del exilio, y de ser necesario enjuiciar a quien haya delinquido.
El exgobernador mexiquense, podrá divorciarse y casarse de nuevo, pero eso no debe ni puede ser la pauta de la agenda pública. Tampoco puede serlo el borrón y cuenta nueva. Ni acusaciones institucionales al aire, donde conllevan mayor rigor las investigaciones periodísticas reveladas durante su sexenio.
Las evaluaciones que se hagan respecto del peñismo deben evitar simulaciones y deslindar responsabilidades de índole administrativa y penal; pero además, debieran ser un aliciente para no reinventar el país cada seis años, en un país que cambia de prioridades con el cambio de gobierno.
En menos de dieciocho años, hemos transitado de los vochos y los changarros a las becas para ninis, sin olvidar el despilfarro de la guerra contra el narco y una cruzada contra el hambre que hoy luce abandonada y sin presupuestos.
En conclusión, la corta memoria nos exige a no olvidar lo importante: la evaluación inmediata del sexenio pasado. Marcar un precedente, de ser necesario con instituciones externas, para calificar al exmandatario y su círculo cercano, quienes fueron echados del poder público a partir de millones de votos que mostraron su enojo, su rechazo, su desaprobación y su repudio.
La trascendencia de la coyuntura actual, ya una vez superado el día del amor y la amistad, no puede ser la vida amorosa o la fractura conyugal de un expresidente que tiene mucho por contar, pero del ejercicio de su gobierno y de la evaluación de su mandato, y no precisamente de su vida privada o familiar.
La tenebra
En el primer informe de gobierno de Alfredo Del Mazo, el entonces presidente, Enrique Peña, se comprometió a no darle problemas, mientras residía en Ixtapan de la Sal. La promesa está incumplida. Entre el exilio del círculo peñista al gabinete delmacista; los trascendidos de la vida privada del exmandatario; y los escándalos públicos que están por venir, Del Mazo compite con los fantasmas del pasado.
