El próximo viernes, el gobernador del Estado de México, Alfredo Del Mazo rendirá su primer informe de resultados. Un día antes, a través del secretario general de gobierno entregará el documento oficial ante la Legislatura Estatal. Las expectativas políticas, sociales e institucionales pretenden incidir en el futuro inmediato de su administración, así como de la toma de decisiones por delante.
En una condición natural, Del Mazo deberá dar cuenta de los avances invariables que han marcado los primeros doce meses de su mandato. De forma destacada, el mandatario estatal informará sobre la puesta en marcha del denominado Salario Rosa, un programa asistencial prometido desde su campaña electoral para dotar de un apoyo económico a amas de casa en condiciones de pobreza, que ha significado uno de sus mayores logros en su gestión.
También se puede advertir anticipadamente, por los spots que inundan el espectro radiofónico y televisivo, que se enumeren logros como su inversión en materia de educación, salud e infraestructura pública, que por la determinación de su presupuesto financiero, sistemáticamente posicionan al Estado de México en los primeros lugares de indicadores favorables a nivel nacional.
No obstante, la misma condición poblacional de la entidad, lo mantienen desde hace dos décadas en una situación de desventaja respecto de índices nocivos en temas delictivos, de pobreza y de marginalidad, que padecen miles de mexiquenses en comparación con el resto del país.
En los últimos tres sexenios, los informes de gobierno parecen una reseña repetitiva y rutinaria que sólo actualiza cifras presupuestales, estadísticas favorables y sumas poblacionales, para presumir los indicadores en positivo; y en paralelo, justificar los recuentos negativos a partir de la densidad demográfica del estado, sin asumir un ápice de responsabilidad frente a la realidad social.
En la reciente campaña propagandística del gobernador Alfredo Del Mazo, se advierte la frase “Escuchar para Gobernar”, y ahí parece estar la clave del próximo informe de gobierno del mandatario en turno. Frente a la desconfianza social hacia las instituciones; y muy particularmente, la desaprobación hacia el partido al que pertenece Del Mazo, se vuelve imprescindible un mensaje político donde prevalezca la autocrítica y recoja con absoluta sensibilidad, aquellos aspectos que laceran a la población, y que reclaman de soluciones tangibles.
Es deseable que desde ahora, Del Mazo lance mensajes claros sobre su nueva correlación política, ya sea con una Legislatura Estatal con abrumadora mayoría opositora; o bien, con el próximo gobierno federal, que responde a una posición partidista distinta a su origen.
En dichas condiciones, Del Mazo demostrará que ha comenzado a escuchar a los mexiquenses, quienes no están satisfechos con los problemas que les aquejan; y que en julio pasado han lanzado una exigencia a todas las instituciones, y a la clase gobernante en general, para afrontar los desafíos del futuro.
Sin caer en eventos faraónicos, asimismo es irrenunciable, que Alfredo Del Mazo reivindique la envestidura de un gobernador, que representa una figura de autoridad. Adiós a la frivolidad del talk show en el que convirtieron el informe de gobierno en la pasada administración, y que para reunir una teleaudiencia favorable, obligaban a través de sus estructuras gubernamentales y partidistas, a burócratas estatales y municipales, a concentrarse en torno a su trasmisión.
En resumen, escuchar a la gente también debe concentrarse en alcanzar canales de comunicación tan diversos como la pluralidad de las propias audiencias interesadas en la vida pública del estado, y eso no puede limitarse a testimoniales afines que aplaudían al gobernador en turno, ni su difusión puede apostar exclusivamente a la televisión pública, avocada en contratar «figuras» de la televisión privada para ganar popularidad.
