Toluca, Edomex. 31 de mayo de 2018.- Ha transcurrido la primera semana de las campañas locales, y de manera generalizada se ha visto una oferta electoral limitada. Los límites de la legislación electoral ha obligado a que los candidatos organicen caminatas, toque de puertas y reuniones diminutas. Desde hace tres años, quedaron sepultados los eventos masivos. Eso inhibe en gran medida la movilización, que no es otra cosa que el acarreo, de sus potenciales electores, pero en contraparte obstaculiza que los candidatos conecten con grandes sectores de la población.
Muchos de los candidatos, pecan de ignorancia o mienten deliberadamente. Cientos de candidatos a alcaldes prometen que incidirán en rubros como salud, empleo pobreza y hasta educación. Cualquier elector bien documentado entiende que los ámbitos de competencia de los presidentes municipales se limitan al desarrollo de infraestructura urbana y la prestación de servicios públicos. Prometer no empobrece, y muchos candidatos aprovechan la época de cacería para comprometerse con acciones que ni siquiera les alcanzaría con sus limitados presupuestos, sus cuantiosas deudas y sus enormes ambiciones personales.
Lo cierto es que el desarrollo de las campañas locales ha despertado el interés de las élites políticas. Los poderes formales y fácticos han comenzado a alinearse de forma indistinta en la defensa de sus intereses legítimos y no tan legítimos. La pluralidad de candidatos y partidos buscan seducir a los cacicazgos regionales, liderazgos clientelares y élites políticas, económicas y religiosas, que les permitan convencer a los electores en un corto tiempo de 35 días de campaña. Los intereses inmediatos en tiempo y espacio mueven la oferta electoral de las campañas municipales.
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Las encuestas electorales no votan. Marcan tendencia y sirven generalmente para mostrar los niveles de aceptación o rechazo respecto de candidatos y partidos. Para el caso de la elección en el Estado de México, las preferencias a favor de Andrés Manuel López Obrador parecen no ser definitivas en las elecciones municipales. Hace casi un año, en los comicios de gobernador, los municipios rurales dieron una demostración de movilización de los votantes para lograr un triunfo muy cerrado a favor del candidato oficial Alfredo del Mazo. Las estructuras priístas fueron determinantes.
A la distancia, el efecto López Obrador se advierte que será insuficiente en las zonas de mayor desigualdad social del Estado de México. Sin embargo, no será un día de campo como lo fue en los comicios del año pasado. Con la ola de hartazgo social, y la consecuencia de un voto de castigo, se puede anticipar que en su mayoría no habrá un vencedor contundente. La polarización de la contienda de buenos contra malos, honestos contra corruptos y tecnocrátas contra populistas, puede llevar a una elección muy cerrada en diversos municipios y distritos.
El peor escenario para las instituciones electorales es una serie de comicios de triunfos reducidos. En muchos casos, los resultados se deberán determinar en los tribunales, y pegarán en la certeza de quienes ganen y en la credibilidad de las elecciones.
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