Toluca, Edomex. 30 de marzo de 2017.- Aunque todos los candidatos ayer registrados, cinco para ser exactos, se dicen distintos y mejores, en todos los casos utilizaron los mismos artilugios para sus registros ante el órgano electoral. Con matices menores, todos los candidatos usaron la “cargada” de su militancia para hacer sentir su músculo político frente al adversario. Todos prometieron el combate a la corrupción y a la inseguridad, y mejorar las condiciones de educación, salud, empleo y bienestar de los mexiquenses. También, todos lanzaron acusaciones en contra de los otros para diferenciarse como los buenos, los mejores y la opción más acertada de cara a la elección.
Lo cierto es que el régimen de partidos está agotado. Todos los partidos han surgido en oposición o escisión a otro. Por esa misma razón, todos padecen de las mismas prácticas clientelares. Esos mismos elementos anticipan que el gran ganador de la elección sea el abstencionismo. Los votantes están cansados de las mismas prácticas y los mismos políticos en partidos distintos. Las acusaciones que proliferan entre partidos y candidatos alejan aún más al electorado.
La gran incógnita, es si la incipiente democracia mexicana realmente requiere de tantos partidos dentro de su régimen político. Ayer se registraron cinco candidatos repartidos en ocho partidos políticos. El Partido Verde, Nueva Alianza y ahora Encuentro Social, registraron candidato en su acostumbrada alianza con el priísmo. Otros cuatro partidos fueron en solitario: PAN, PRD, PT y Morena. Para colmo de males, cinco aspirantes se registraron como candidatos independientes, todos vinculados al régimen político, y en tres casos surgidos de una perniciosa cercanía al partido en el poder, que pretenden derrocar.
El costo de la democracia parece inversamente proporcional a su calidad. Los órganos electorales, los partidos políticos y las campañas electorales resultan sumamente onerosas. Mientras que los mecanismos de participación ciudadana se encuentran acotados. La democracia se reduce a la votación en las urnas. Y la votación en las urnas está cooptada por la compra y coacción del sufragio. El goce de derechos y el ejercicio de libertades adolecen por un régimen que lo controla todo. La transparencia, la libertad de expresión y la rendición de cuentas son en su mayoría asignaturas pendientes del régimen. La democracia no se ha consolidado a 27 años de alternancias electorales.
En el caso particular del Estado de México, no ha existido alternancia electoral desde la gubernatura. Al menos una decena de municipios tampoco conocen un cambio de partidos. Las estructuras de un partido único parecen permanecer intactas. En muchos municipios se han enquistado cacicazgos familiares o personales: los Peña en Acambay, los Barrera en Villa del Carbón, los Urbina en Tecámac, los Pichardo en Valle de Bravo; y los Del Mazo que pretenden hacer del Estado de México una monarquía de tres generaciones.
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