Toluca, Edomex. 28 de agosto de 2018.- Alfredo Del Mazo ya guarda bajo su escritorio los ajustes en su gabinete, los cuales ocurrirán en cascada una vez que concluya su primer informe de gobierno. Tras una evaluación de resultados, Del Mazo aprovechará la coyuntura para sacudirse aquellos compromisos políticos que le han significado un lastre en su mandato. Vendrá una restauración de daños de la elección, y algunos candidatos perdedores serán rescatados del desempleo. Para los meses de enero y febrero, un puñado de funcionarios federales regresarán a la burocracia mexiquense, la cual abandonaron para enrolarse en la aventura presidencial hoy convertida en pesadilla.
Los cambios deberán alcanzar secretarías, direcciones generales y coordinaciones. Del Mazo tiene por delante la obligación de empoderar a su grupo político, y desde ahí generar la reconstrucción de su partido, pensando en los desafíos que están por delante. A casi un año de gobierno, Del Mazo tiene claro que hay quienes sólo han visto por los intereses personales o de grupo. El mandatario estatal debe asumir que su gobierno no puede ser más una bolsa de trabajo, una camarilla de grupos enfrentados o un entramado de conflictos de interés. Los exgobernadores -incluido Eruviel Ávila y su empoderada senaduría- perderán su fuero, y posiblemente a los pocos nombramientos que les quedan en el gabinete delmacista.
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Con la abrumadora mayoría legislativa que enarbolará Morena, existe una profunda incertidumbre en los posibles ajustes que lleve a cabo en el entramado político de la Legislatura del Estado de México. Durante los últimos veinte años, las bancadas del PRI, PAN y PRD se repartieron los órganos legislativos como vacantes laborales. Desde ahí se han enquistado a figuras vinculadas con el sistema de partidos, con una acentuada connivencia entre los actores políticos. Ahí está Javier Dominguez, el eterno Oficial Mayor del Congreso local, quien es el encargado de dirigir y organizar las sesiones y verificar que todo aquello que aprueben los diputados sea lo más conveniente para el sistema.
Morena tendrá el peso político suficiente para empoderar a su bancada y su grupo político hasta el fondo del control legislativo. En contraparte, las fracciones del PRI, PAN y PRD tienen tan poco, que deberán conformarse con las migajas, con las que durante tanto tiempo ningunearon a la chiquillada, hoy desaparecida. Lo cierto es que Morena apostará por conciliar intereses, ceder posiciones de poder y generar equilibrios en la toma de decisiones. Maurilio no es un hombre de posturas radicales, y entiende las alianzas con el régimen, donde se construyó, del cual formó parte, y al que difícilmente querrá renunciar en un momento histórico donde se convertirá en el segundo hombre más poderoso del estado, tan sólo detrás del gobernador.
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El Estado de México marca influencia hasta en la oposición. En el año 2003, cuando Arturo Montiel había pulverizado a la bancada panista en la Legislatura Estatal, a la entidad arribó el bajacaliforniano, Héctor Larios Córdova en calidad de delegado especial con funciones de presidente. Larios asumió una dirigencia que logró evitar mayores colapsos y de una postura más rígida frente a un gobierno que resolvió la gobernabilidad con cañonazos del presupuesto público. Con el tiempo, el panismo premió a Larios con una senaduría, y con cargos públicos de relevancia en su estado natal. Aquí mantiene vínculos políticos con distintos liderazgos de las élites panistas.
Ayer, un grupo de gobernadores de extracción panista destaparon a Héctor Larios Córdova como candidato a la dirigencia nacional panista, frente al aspirante oficial Marko Cortés -que promueve el excandidato presidencial, Ricardo Anaya-. Larios buscará generar los mismos equilibrios que ya generó en un partido en destrucción hace casi tres lustros; y ser la oposición más firme frente al gobierno de López Obrador. En la fórmula panista, Héctor estará acompañado por el exgobernador poblano, Rafael Moreno Valle. Ésta última posición sería una muy buena noticia para el grupo político de Ulises Ramírez, que alcanzaría a ver una diminuta luz al fondo del túnel y de su defenestración política.
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