Toluca, Edomex; 27 de octubre de 2021.- La relación del gobernador Alfredo Del Mazo con la bancada priísta mexiquense en San Lázaro está rota. Su interlocución es con un puñado de diputados que le han sido leales; pero con el resto, mantiene distancia, resistencias y fracturas. En contraparte, Alejandro Moreno ha decidido arropar a los mexiquenses que simplemente no se identifican con el delmacismo. La falta de unidad siempre ha sido causa de la derrota.
No es la primera ocasión en que un gobernador mexiquense sostiene una ruptura con sus propios legisladores, a causa de las ambiciones políticas de su dirigente nacional. En 2004, el entonces gobernador Arturo Montiel resquebrajó su relación con la bancada mexiquense, cuando ocurrió la defenestración política de Elba Esther Gordillo -su eterna aliada magisterial-, lo que derivó en el ascenso a la coordinación de Emilio Chuayffet -cobijado por Roberto Madrazo-. En aquella ocasión, el exgobernador Alfredo Del Mazo González pidió licencia a la diputación. Montiel jamás recompuso su vinculación con San Lázaro.
Hace más de quince años, Montiel se quedó a la orilla de ser abanderado presidencial. El dirigente nacional, Roberto Madrazo se hizo candidato y sucumbió hasta el tercer lugar electoral. El candidato a gobernador mexiquense emergió de la Legislatura estatal, y llegó hasta la Presidencia de la República.
Alito juega a las vencidas para asumir un liderazgo que impone decisiones por encima de los grupos locales. El saldo es demoledor: cero gubernaturas ganadas. Las encuestas del año entrante, anticipan derrotas en Hidalgo y Oaxaca.
Hoy Del Mazo tiene por delante la sucesión de la gubernatura. Esa será su decisión más importante, pues lo que está en juego es la prevalencia de un régimen político de más de noventa años; particularmente en el Estado de México se trata de la vigencia del Grupo Atlacomulco, dominante desde hace setenta años, con una clase gobernante compacta, elitista y unificada.
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Un gran dilema enfrenta el Instituto Nacional Electoral, ante la imposibilidad de nombrar a la nueva consejera presidenta del Instituto Electoral del Estado de México. En antaño, era una gran ventaja tener un padrinazgo político; en los tiempos actuales, esa condición juega en contra de las aspiraciones personales. Su cercanía al régimen priísta fue la gran desventaja de Jessica Rojas Alegría, para que cinco consejeros votaran en contra de su postulación.
La designación de la próxima presidenta del IEEM será clave en la elección de 2023, una contienda que se anticipa sumamente competida, con altas posibilidades de alternancia electoral para el Estado de México. La prevalencia del partido en el poder, pondría en juego también la legitimidad del órgano electoral.
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