Toluca, Edomex; 27 de agosto de 2019.- Cuando Andrés Manuel López Obrador está por rendir su primer informe de gobierno, Delfina Gómez una figura que se perfilaba para protagonizar entre la clase gobernante mexiquense, ha pasado desapercibida. De no ser por las visitas recurrentes del tabasqueño al Estado de México, la acción del gobierno federal se perdería en un abismo desinformativo. La súper delegada ha exagerado en la adopción de un bajo perfil, que por momentos resulta inexistente e inexplicable. Nada quedó de las expectativas generadas por Delfina cuando fue candidata a gobernadora.
En contraste, la escena pública mexiquense ha sido dominada por Horacio Duarte, Higinio Martínez y Maurilio Hernández en la toma de decisiones del gobierno morenista. Las definiciones por renovar la dirigencia estatal de Morena advierten un mayor desplazamiento hacia la propia Delfina. Un tema recurrente durante nueve meses de gobierno, es la falta de claridad sobre la operatividad de una decena de delegaciones que funcionan sin nadie en el mando.
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El PRI mexiquense deberá renovarse en un par de meses. Las definiciones de candidaturas únicas en los comités municipales, parece un adelanto de la contienda por la presidencia estatal. Del Mazo no quiere mayores rupturas, y apostará a una fórmula de unidad, que le permita concitar a los exgobernadores y tener a alguien de su entera confianza. Pero más importante aún: el mandatario estatal por ahora quiere cordialidad con el gobierno de López Obrador, y evitar que la cacería de brujas voltee hacia su margen de maniobra.
Para la gobernabilidad delmacista vienen desafíos complejos: la negociación del presupuesto del año entrante, la glosa del segundo informe, las leyes del Issemym y de la UAEM, la renovación de la presidencia del Poder Judicial y el refinanciamiento de la deuda pública, como para distraerse por quién dirige un partido en ruinas, aunque podría privilegiar al nuevo grupo en el poder, que a un cacique del priísmo tradicional.
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Ayer, secretarios del gabinete y alcaldes se apresuraron en publicar fotografías sobre el arranque del ciclo escolar. La mayoría se fue de bruces, y difundió -seguramente sin la autorización de padres de familia- los rostros de los alumnos que recibían sus útiles escolares. Hubo contadas excepciones: Jorge Rescala, Enrique Jacob y Darío Zacarías. Antes de propagar una fotografía, difuminaron o cuidaron que no apareciera el rostro de los menores. En el mundo de las redes sociales, hay que cuidar detalles no sólo políticos sino hasta legales.
De los alcaldes, prácticamente nadie se salva y todos difundieron sus fotografías sin mayores reservas. Ávidos de la promoción personal posaron con el representante del gobernador de su región y los estudiantes de frente. Se hace necesario que alguien establezca protocolos en los eventos públicos con menores de edad para protección de su integridad. El famoso Sipinna simplemente resulta inoperante.
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