Toluca, Edomex. 24 de abril de 2019.- El fantasma de Acteal persigue a Emilio Chuayffet. Han pasado casi 21 años de la matanza de “Las Abejas”, y los sobrevivientes de la organización han exigido al gobierno federal dos premisas: que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en un acto público, reconozca la responsabilidad del Estado Mexicano en el caso Acteal; y garantizar el acceso a la justicia de las víctimas, a través de una investigación que castigue a los autores intelectuales donde se incluya a autoridades federales y locales, entre ellos el expresidente Ernesto Zedillo y el entonces secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet.
El 22 de diciembre de 1997, una incursión paramilitar causó la muerte de 45 personas, entre ellas cuatro mujeres embarazadas. Ahora, existen 118 víctimas sobrevivientes de la masacre que han decidido tomar una posición proactiva. Atribuyen que la masacre de Acteal formó parte de una estrategia del gobierno para desarticular al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), levantado en armas en 1994, y que las personas que la ejecutaron fueron entrenadas por el Ejército mexicano.
Lo que es el destino, la comisión de Acteal ayer se reunió con representantes de la Subsecretaría de Derechos Humanos, la cual es encabezada por Alejandro Encinas, quien en 1993 contendió en contra del priísta, Emilio Chuayffet por la gubernatura mexiquense. Por ahora, el gobierno de López Obrador ha manifestado su disposición a un posible acuerdo de solución amistosa y diálogos para abordar temas como acceso a la justicia, reparación y lucha contra la impunidad. También podría intervenir la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En su momento, la matanza de Acteal obligó a la renuncia de Chuayffet del gabinete federal y de sus aspiraciones presidenciales. Su exilio político lo marginó de incidir en la sucesión de la gubernatura en 1999, y sólo pudo mantener en el interinato a César Camacho en el Estado de México. A la distancia, la historia parece tener saldos pendientes, que el actual régimen político pretende remediar a favor de las víctimas mortales y sobrevivientes.
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Ayer se cumplieron diez años de la emergencia sanitaria que causó el virus de la Influenza, lo que incluso colapsó las actividades regulares en la capital del país y el Estado de México. La toma de decisiones dejó diversas enseñanzas sobre el sistema de salud pública del país, pero también arrojó algunas lecciones políticas que resultan imborrables. Nadie puede olvidar al impresentable secretario de Salud, Franklin Libenson Violante, que llegó al gabinete mexiquense por recomendación de David Korenfeld.
En su primera conferencia de medios, Libenson evidenció un absoluto desconocimiento de la geografía estatal, y su ignorancia de cuántos municipios existían en la entidad. En su corto andar en el servicio público fue errante y de excesos personales. Aun así, muchas decisiones futuras de los gabinetes se definieron por componendas del poder; y la Secretaría de Salud los ha padecido con recurrencia. Y es que el hábito no hace al “monje”.
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