Toluca, Edomex. 20 de octubre de 2017.- Desde hace 18 años, la relación política entre la Ciudad de México y el Estado de México, se ha caracterizado por su polarización y su acentuación en las aspiraciones electorales de sus respectivos liderazgos. Hace doce años, el priísta Arturo Montiel añoraba en convertirse en candidato presidencial pero se topó de frente con su insultante riqueza patrimonial. Su homólogo en la capital del país, el otrora perredista, Andrés Manuel López Obrador consiguió ser candidato presidencial, pero perdió en una de las elecciones más cuestionadas en la historia demócratica del país.
Seis años más tarde, el entonces gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto -consolidado como el gobernador más popular del país- logró ungirse como candidato presidencial y de paso regresó al PRI al poder de Los Pinos y el Palacio Nacional. En la acera de enfrente, el gobernante capitalino, Marcelo Ebrard debió hacerse a un lado y ceder la candidatura de nueva cuenta a López Obrador desplazado al segundo lugar. En tanto, Ebrard actualmente vive en el autoexilio como resultado de una persecución política a quien se atribuye la indagatoria de la llamada Casa Blanca. El peñismo transita por su peor momento de aprobación y popularidad.
A la distancia, Eruviel Ávila buscó erigirse como una carta fuerte del priísmo de la candidatura presidencial. Cedió en su interés por incidir en la postulación del abanderado de su partido por la gubernatura mexiquense, y dejar el paso libre a Alfredo del Mazo. Eruviel está fuera de competencia al ser nombrado delegado del PRI en la Ciudad de México. Mientras que el capitalino, Miguel Ángel Mancera parece desplazado de la candidatura presidencial que se advierte apartada para un panista, a partir de un frente opositor.
Eruviel Ávila jugará un papel fundamental en la vinculación política de Alfredo del Mazo con el próximo titular del Gobierno de la Ciudad de México. La apuesta eruvielista es temeraria, al ofrecerle la candidatura al experredista y exmorenista, Ricardo Monreal, para traerlo de vuelta al PRI, del que renunció para competir desde la oposición por la gubernatura de Zacatecas. El priísmo busca resurgir de las cenizas, desde una pieza que ha sido obstáculo de las más recientes hazañas electorales mexiquenses. Ahí está su historial político, personal y electoral.
En lo pragmático, el delmacismo tiene en el horizonte próximo su relación política con una mujer. En la delantera se ubica a Claudia Sheinbaum, que se anticipa como la posible candidata de Morena y favorita en las encuestas; y en segunda posición a Alejandra Barrales que podría ser la candidata del Frente Amplio conformado por panistas y perredistas. Ahí se concentra la relación institucional que pudiera enfrentar Del Mazo con el gobierno capitalino a partir de diciembre del año entrante.
La designación de Eruviel Ávila como dirigente del PRI en la Ciudad de México tendrá repercusiones inmediatas para el gobierno delmacista. A eso se suma que el priísmo podría abandonar Los Pinos ante la complicada elección que enfrentará el año próximo.
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