Toluca, Edomex. 19 de junio de 2017.- Los proyectos de mayor infraestructura contemplados por el Gobierno Federal para el Estado de México avanzan lentamente. El peñismo apostó en su tierra natal una abundante inversión pública en el tren México – Toluca, y en el Aeropuerto de Texcoco como su gran legado para la entidad. Lo cierto es que las cosas no se han dado conforme a su plan de acción, abrumados por la inconformidad y el sobreprecio de la infraestructura pública.
El tren interurbano México – Toluca se había anunciado inaugurar para el cuarto trimestre de 2017, pero entre los procesos licitatorios, los trámites legales, las fases de construcción y procesos técnicos, ya se ha retrasado su puesta en marcha para el 2018. A ese paso, se anticipa que ni siquiera podría ser inaugurado por el presidente Enrique Peña. Las pruebas publicitadas la semana pasada, apenas alcanzan una cuarta parte del proyecto total. En la Ciudad de México todavía no hay plan definitivo de su recorrido.
En tanto, el Aeropuerto en Texcoco será uno de los grandes debates de la campaña presidencial del año entrante. Desde ahora se puede advertir la resistencia de López Obrador para concluir la terminal aérea. El desgaste político está en marcha, ante una obra monumental que se concibió desde el sexenio de Arturo Montiel hasta volverse en pesadilla. Hoy, el peñismo pretende reivindicar ese proyecto aeroportuario que promoverá enormes negocios para la clase política y empresarial del Estado de México.
Por si fuera poco, la autopista Lerma – La Marquesa que impulsaron para aminorar los problemas de tránsito y los accidentes automovilísticos, sólo ha resultado un mero negocio para los concesionarios de siempre. El gobierno peñista ha favorecido las carreteras de cuota destinados a clases privilegiadas. Los percances se dan lo mismo en la carretera libre que en la autopista; y cuando estos suceden, el flujo vehicular se vuelve un caos para quienes ahí transitan.
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El sector salud del Estado de México tiene un diagnóstico de severa enfermedad. El remedio no parece una mera inyección financiera, porque también existe la sospecha de despilfarro y profundo endeudamiento. El titular de la dependencia, César Gómez Monge se dedicó a una promoción personalizada en su encargo, y poco hizo por curar las condiciones lastimosas que enfrentan los hospitales y clínicas públicas. Como siempre, los más afectados son los usuarios.
La realidad es lacerante: en resumen, hay insuficiencia de médicos y enfermeras, se adolece del desabasto de medicamentos, y ahora corre el riesgo de cesar los laboratorios por una deuda insostenible. El desafío que enfrentará Alfredo del Mazo para cumplir con sus promesas de campaña deberá revertir una realidad que ha sido abandonada por décadas. Un primer síntoma de atención será nombrar un secretario de salud que sepa del área, y no sea una mera designación política para cumplirle a sus amigos o a sus aliados.
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