Redacción
Toluca, Edomex 13 de julio del 2017.- Ningún miembro del gabinete federal se ha visto envuelto en tantos escándalos como Gerardo Ruiz Esparza. Encargado de vincular a Enrique Peña Nieto con los hombres del poder económico en el país desde hace más de una década, el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes se ha vuelto inmune a la crítica. Sus constantes yerros y excesos nunca son suficientes para caer de la gracia del Presidente de la República.
Tal vez por eso, Ruiz Esparza actúa con la ligereza, minimiza los problemas o los banaliza. Ayer lo hizo con la tragedia ocurrida en el “Paso Express” de la autopista México-Cuernavaca, donde a tres meses de inaugurada la obra, se abrió un enorme socavón que literalmente se tragó a un auto compacto en el viajaban dos personas que perdieron la vida.
La obra presentó desperfectos desde días después de su inauguración. Así lo hicieron saber las autoridades municipales y estatales, pero la SCT jamás hizo caso a ello. Hace unas semanas se notificó a la Secretaría sobre severos asentamientos en la cinta asfáltica.
Algo no se hizo bien y esto cobró la vida de dos personas. De menos, hubo negligencia y omisiones. Pero ante la gravedad del hecho, no ha habido algún pronunciamiento del presidente Enrique Peña Nieto. El síndrome de la avestruz para ignorar lo ocurrido. Tal y como se actuó cuando se descubrieron irregularidades en el proceso licitatorio del Tren Interurbano México-Querétaro, también a cargo de la Secretaría que encabeza Ruiz Esparza.
Se recurrió de nuevo al silencio como cuando se ventiló que Ruiz Esparza había otorgado información privilegiada a OHL para obtener contratos para la construcción y administración de autopistas; o como cuando se supo que la SCT había asignado la obra de remodelación del hangar presidencial a Grupo Higa, propiedad de Juan Armando Hinojosa, uno de los contratistas consentidos de Peña Nieto, donde por cierto, se descubrieron sobreprecios según la Auditoria Superior de la Federación.
Nada, nada es suficiente. Gerardo Ruiz Esparza acabará el sexenio como miembro del gabinete, por sobre todas las cosas.
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El PRD terminó metiendo reverse en la queja contra el padre Alejandro Solalinde, quien fue muy activo en la promoción de la candidata de Morena, Delfina Gómez Álvarez en la pasada campaña electoral. A casi nadie le gustó que el partido del sol azteca buscara castigo para el prelado defensor de los migrantes, por violar la ley que impide que los ministros de culto inmiscuirse en asunto político-electorales.
En los últimos días y horas, el PRD estuvo sometido a un fuerte desgaste y bajo presión de muchos sectores. Supo que la guerra contra Solalinde la tenía perdida cuando el titular de la Fepade, Santiago Nieto Castillo, lo exculpó de toda responsabilidad.
El PRD reculó para aminorar los daños, pero el sacerdote insistió en contraatacar y retó al partido del sol azteca a mantener la denuncia para demostrar su inocencia. Habría que esperar si Solalinde se presenta, este jueves como se tenía previsto, al instituto electoral del estado a la diligencia de garantía de audiencia a la que había sido citado, o si el IEEM le alcanzó a notificar que ya no era necesaria su visita a las instalaciones del instituto.
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Quienes sí están citadas comparecer ante el IEEM por una queja de violencia política en contra de la candidata de Morena, Delfina Gómez son la secretaria General del PRI, Claudia Ruiz Massieu y a la dirigente estatal de ese partido, Alejandra del Moral, quienes el lunes tendrán que agotar su garantía de audiencia en el Proceso Especial Sancionador que inició el Instituto Electoral a petición del colectivo Mujeres de Hierro.
Este colectivo imputa a las dirigentes priistas el encabezar una ofensiva denigrante contra Delfina Gómez que puede configurarse como “violencia política” hoy severamente sancionada por los organismos electorales. Las priístas están citadas a las 10 de la mañana del lunes. Habrá que ver si se presentan o se excusan con cualquier argumento.
