Toluca, Edomex. 11 de noviembre de 2018.- El verdadero ganador de la contienda interna panista fue el alcalde de Huixquilucan, Enrique Vargas del Villar. Con el triunfo de Jorge Inzunza como próximo dirigente estatal del PAN, convierte a Vargas en un factor de toma de decisiones del partido. En los más recientes comicios, el panista logró su reelección como presidente municipal, y de paso, ha concitado a grupos de interés que le permitieron un mayor control del panismo mexiquense, sumido en una de las peores crisis electorales de la historia reciente. Vargas e Inzunza pueden pensar prematuramente en el 2023, pero antes deben encontrar la manera de resucitar al partido.
En una contienda que sólo legitimó un resultado ya sabido, Inzunza y Vargas lograron captar y cooptar a los principales liderazgos para arrasar en la elección interna por un margen de 2 a 1. En paralelo, la alianza interna entre Vargas y Edgar Olvera, permitió también sumar al actual dirigente estatal, Víctor Hugo Sondón, uno de los principales responsables de la derrota de julio pasado. Inzuna resultó el beneficiario de las pugnas y divisiones internas insostenibles. Las candidaturas de Óscar Sánchez Juárez y José Luis Durán, no sólo fueron testimoniales, sino que además legitimaron una elección desigual que favoreció a Inzunza.
Con el triunfo de Inzunza, uno de los grandes damnificados es Ulises Ramírez, que ha sido desplazado de las élites políticas estatales desde hace un sexenio, y quien impulsaba al otrora dirigente, Sánchez Juárez. Ulises ha perdido la brújula y la buena suerte que le sonrió durante el calderonismo. Otro derrotado es José Luis Durán, el eterno candidato del PAN a la gubernatura y a la dirigencia panista que vive de glorias pasadas. El fracaso de José Luis le cierra el paso a expanistas, que en años anteriores se vistieron hasta de Movimiento Ciudadano, y que en fecha reciente se han acercado a Morena, y gozado del triunfo de Patricia Durán, próxima alcaldesa de Naucalpan por Morena.
En esencia, el panismo ha caído envilecido por las peores prácticas democráticas, que tanto achacó al priísmo desde su fundación, y las cuales fue adoptando en la medida en que fue ganando espacios del poder público. Las denuncias proliferaron sobre una manipulación del padrón electoral y coacción del voto entre sus militantes. El ascenso de Jorge Inzunza no es un escenario alentador, cuando deposita la toma de decisiones en las cúpulas políticas que han llevado al panismo a los peores registros electorales de las últimas tres décadas. El descrédito del partido, la imposición de candidaturas y estrategias y alianzas fallidas han desencantado a su propia militancia.
Las últimas cuatro elecciones han resultado un desastre genuino para el panismo mexiquense. En 2011, el candidato a gobernador Luis Felipe Bravo Mena apenas alcanzó 500 mil votos y se rezagó en el tercer lugar. El año pasado, Josefina Vázquez Mota fue arrasada a un ridículo cuarto sitio en los comicios. Mientras que en las elecciones intermedias de 2015, el panismo pactó una alianza con el PT, cuya coalición disgustó a muchos panistas y no les redituó en absolutamente nada. El esquema se repitió en la elección de julio, cuando el PAN logró coaligarse con el PRD, sin nada que presumir, y mucho que lamentar.
A nivel nacional, la victoria de Marko Cortés como futuro dirigente del CEN del PAN, también deja saldos negativos para sectores del panismo mexiquense. En particular, la derrota de Manuel Gómez Morín -asentado en Naucalpan-, arroja una defenestración para el grupo político de Luis Felipe Bravo Mena -exsecretario particular de Felipe Calderón-, quien tendrá cerrados los espacios de su círculo por los próximos años. En el futuro inmediato, muchos panistas podrían emigrar al morenaje, como ya lo han hecho Patricia Durán, Juan Rodolfo Sánchez y Gabriela Gamboa; o bien, algunos otros acompañar a Calderón en su aventura de fundar un nuevo partido político.
Comentarios en contacto@www.planamayor.com.mx
