Toluca, Edomex. 1 de febrero de 2016.- El fin de semana fue redondo para la familia Murat. En un golpe de dos bandas, robustecieron sus vínculos con la clase política del Grupo Atlacomulco. José y Alejandro Murat se robaron los reflectores en la escena del periodismo rosa y del calendario electoral en curso. La ruta crítica por Oaxaca parece encaminarse a la prevalencia de los Murat como una de las familias más influyentes, para lo cual han preferido y logrado caminar, de la mano de la clase gobernante mexiquense, instalada desde Los Pinos hace más de tres años.
Alejandro Murat logró convertirse en candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca. Alejandro sólo confirma la dinastocracia que hoy nos gobierna. Su padre fue mandatario estatal entre 1998 y 2004. Apenas dos sexenios después, otro Murat buscará ascender a la posición de privilegio. Alejandro se impuso a Eviel Pérez, hombre identificado con el madracista Ulises Ruiz, con quien el montielismo y los mexiquenses tuvieron diferencias marcadas. El peñismo se inclinó a favor de Murat. El PRI enfrenta la recuperación electoral de Oaxaca.
En tanto, José Murat se casó el fin de semana con Aurora Alcántara. Ella es hermana de Roberto Alcántara, empresario oriundo de Acambay. Su otra hermana, María Guadalupe, es diputada federal por el PRI. Es también, prima de Jesús Alcántara, uno de los hombres más cercanos al peñismo, suplente de Enrique Peña cuando fue diputado local. Los lazos políticos y ahora nupciales, entre los Murat y el Grupo Atlacomulco no sólo son visibles sino parecen además indivisibles.
Alejandro Murat busca sumarse a otros gobernadores, descendientes de otros exmandatarios. Ahí el caso de Rafael Moreno Valle Rosas, actual gobernador de Puebla, cuyo padre gobernó la entidad poblana entre 1969 y 1975. Otro es Manuel Velasco Coello, mandatario de Chiapas, nieto de Manuel Velasco Suárez, exgobernador de esa entidad entre 1970 y 1976. Por derecho de sangre, tanto Moreno Valle como Manuel Velasco se sienten en condiciones de pelear por la candidatura presidencial para los comicios de 2018.
A nadie debiera sorprender la base de la dinastocracia, en la que la clase política mexiquense se concentra permanentemente. La ruta más fácil para garantizar el ascenso al poder público es el derecho de sangre. Sin importar la trayectoria o la formación, lo más importante son las redes clientelares que significan las familias enquistadas en el poder en muchos espacios de toma de decisiones.
Para el Estado de México, el ungimiento de Murat, alienta con ahínco las aspiraciones de Alfredo del Mazo Maza. Hijo y nieto de gobernadores del mismo nombre, exmandatarios ambos de la entidad mexiquense. Hace cinco años, Alfredo se quedó en la orilla. Hoy desde la comisión de Infraestructura en San Lázaro se esfuerza para posicionar su imagen como un candidato natural.
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