Toluca, Edomex. 27 de octubre de 2014.- Cuando se revisan los expedientes de mayor efervescencia política de los últimos 30 días, que han convulsionado la situación social del país, la conclusión apunta a que se trata de jóvenes estudiantes, ya sea la desaparición de 43 normalistas en Ayotzinapa o bien las demandas planteadas por alumnos del Instituto Politécnico Nacional. En la misma ecuación, se deriva una falta de operación política en el escritorio del exgobernador mexiquense y heredero de la silla de José Vasconcelos: Emilio Chuayffet.
Guardadas las proporciones, hace 18 años la matanza de Acteal le costó a Chuayffet el puesto político, su aspiración presidencial y la defenestración personal en el último sexenio priísta previo a la alternancia. En el rescate de su vida pública, tanto Montiel y Peña lo hicieron diputado federal, y hoy encabeza la Secretaría de Educación Pública sin el decoro que quisieran sus alumnos, su grupo político y la clase libanesa que lo arropa. Los cambios del peñismo presidencial pudieran estar cerca, y en la Plaza de Santo Domingo marcar el principio de la historia.
El último presidente de un partido político en el poder que asumió una personalidad belicosa fue Germán Martínez, el panista que terminó con un resultado desastroso que lo llevó a la renuncia de su encargo y al exilio político en casi la mitad del mandato de su jefe y padrino político, Felipe Calderón. El muchacho pendenciero -como lo bautizó Beatriz Paredes- se olvidó de resaltar la comunicación política del partido en el gobierno, y se dedicó al ataque furtivo de sus adversarios, con un corolario desolador al entregar el poder político desde 2009.
Ayer, en un banderazo de salida por la guerra electoral del año entrante, el metequense, César Camacho Quiroz emplazó a López Obrador a explicar su relación con el exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, principal sospechoso de la desaparición de normalistas de Ayotzinapa, lo que tiene entrampado en los pasillos palaciegos a su líder político, Emilio Chuayffet. El protagonismo de Camacho por subirse al ring tiene un objetivo, asegurar una curul en San Lázaro, aunque eso ponga en riesgo el resultado global para el priísmo nacional.
Hasta el mitin encabezado por Andrés Manuel López Obrador en el zócalo del Distrito Federal, fueron movilizados miles de simpatizantes del Partido del Trabajo asentados en el Valle de Toluca como del municipio de Jiquipilco, parte de las huestes de Óscar González Yáñez, como un guiño del exalcalde de Metepec al tabasqueño, quien aún no tiene la capacidad movilizadora para copar como en antaño la plancha central de la capital del país, y de esa forma garantizar un acto proselitista óptimo.
Sin embargo, no tardará mucho el tiempo en que Óscar González le retire el apoyo electoral al Movimiento de Regeneración Nacional, pues se muestra como una real amenaza de la izquierda para opciones como el PT. En esa lógica, ni duda cabe que Morena le quitará votos al petismo, lo que representa dinero en prerrogativas tanto para el partido como para la causa de González Yáñez quien regentea los apoyos desde hace dos décadas del mismo al mejor postor.
Comentarios a planamayor.edomex@gmail.com
