Toluca, Edomex. 19 de agosto de 2014.- Mucho se habla del apoyo que está otorgando el presidente Enrique Peña al gobernador Eruviel Ávila, de ahí sus visitas recurrentes al Estado de México en diversas giras presidenciales. Pero muchos sospechosistas advierten que más que respaldo, la constancia en sus visitas a su tierra natal sólo refleja la desconfianza del atlacomulquense por las acciones y omisiones del mandato eruvielista. Lo cierto es que como nunca antes, un presidente había visitado tantas veces la entidad mexiquense.
Algo muy malo debe estar pasando en el Estado de México, para que los principales medios de comunicación hayan dedicado demasiada tinta –en el caso de los impresos- y amplios espacios de tiempo –en el caso de los electrónicos- para tratar el asunto de la inseguridad a lo largo del presente año. La realidad ha rebasado a cualquier intención del gobierno por instalar un tema más recurrente y preocupante para la ciudadanía.
La violencia no se disipa. Los cambios de nombre a las instituciones son insuficientes. Hombres van y vienen, y el estado de cosas no sólo permanece igual, hoy más que nunca parece empeorar. Ya no sólo es la presencia criminal del sur ni la alta incidencia delictiva en los municipios densamente poblados. A la esfera de violencia este año se han incorporado Valle de Bravo y Cuautitlán Izcalli en un sitial deshonroso, frente al asombro y la inoperancia de la autoridad.
Ni toda la fuerza federal dispuesta en el Estado de México ha sido capaz de disminuir los índices de violencia. La gobernabilidad política ha sido arrebatada al gobernador Eruviel Ávila, quien ha entregado las posiciones claves de su gabinete de seguridad, y pese a la injerencia de Osorio Chong y Alfredo Castillo a través de incondicionales –como Damián Canales y Alejandro Gómez- han sido movimientos eficaces. La presencia del crimen organizado, como se menciona recurrentemente, está intacta.
La inseguridad pública y la desolación social conllevan en su conjunto a un escenario adverso de cara a las elecciones del año entrante. Los panoramas electorales no han mejorado a pesar de la presencia de José Manzur y Arturo Osornio en el gabinete mexiquense. Ambos alquimistas de las votaciones, tienen ya los tiempos reducidos, y menos de diez meses para dar resultados. El Estado de México no sólo será un laboratorio electoral sino que está obligado a aportarle una mayoría legislativa al peñismo para la segunda parte de su mandato.
En lo inmediato, lo que tiene ocupados a los estrategas y operadores políticos de Eruviel, los mismos que fueron decisorios para que el ecatepense se convirtiera en gobernador, es cómo salir del atolladero frente a la proximidad del tercer informe de gobierno. Quizá la respuesta más sensata sea de nuevo un informe por televisión, en una esfera con blindaje a la crítica del Poder Legislativo, y aplaudidores acarreados que sigan el discurso del gobernante a través de las pantallas.
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