Eruviel ha abierto un nuevo desafío. Apenas va saliendo del escandaloso y bochornoso Hell and Heaven, cuando ya se organiza un nuevo frente hacia las acciones de su gobierno. En esta ocasión, los empresarios –dueños de los giros rojos- planean esta misma semana una manifestación para exigir al mandatario mexiquense condiciones de volver a abrir sus negocios. A ellos, se han unido propietarios de establecimientos de bebidas alcohólicas que han visto afectados sus intereses con la restricción de horarios para la venta de sus productos.
Otro grupo de empresarios, ya planea solicitar la protección de la justicia federal, mediante amparos frente al cierre masivo de los llamados Table Dance, por considerar que el cierre de sus negocios actualmente es ilegal, y el delito de trata de personas no se tipifica, argumentan. Además advierten que lo único que han recibido de la autoridad local es un acoso a sus negocios, que hasta hace unos meses operaban con “normalidad y dentro de la ley”. Por parte del Ministerio Público, acusan que obligaron a quienes trabajaban en esos lugares, admitir que existe trata de personas, lo que violentó sus derechos humanos.
Mientras que los establecimientos dedicados a la venta de bebidas alcohólicas como las tiendas Oxxo, alertan de pérdidas económicas frente a la restricción impuesta para expedir sus productos en determinados horarios. En síntesis, Eruviel enfrentará en las próximas semanas, un nuevo episodio y donde se han pisado intereses mayores a los del evento musical. El desenlace parece de pronóstico reservado, aunque el desgaste de la autoridad está garantizado.
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Las paradojas discursivas de Eruviel son dignas del análisis. Mientras exhorta a los municipios depurar sus cuerpos policiacos, el Estado de México poco ha hecho para evaluar a los cuerpos de seguridad auxiliares de la entidad. El domingo pasado, dos policías adscritos a los Cusaem, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana del Estado de México, fueron detenidos cuando ponían trampas a cajeros automáticos de un centro comercial, para retener el dinero en efectivo de cuentahabientes, y posteriormente ser robado por los agentes.
En los más de cinco años de certificación policíaca, ninguno de los elementos de los Cusaem se ha sometido a exámenes de control de confianza, con el argumento de que no forman parte de las fuerzas del orden público, aunque el gobierno del estado les proporciona armas y uniformes. Como dice el dicho, para Eruviel aplica el “hágase la Ley pero en los bueyes de mi compadre”, mientras la impunidad permea en la policía auxiliar de la entidad, que concentra a verdaderos delincuentes.