Toluca, Edomex. 15 de mayo de 2014.- Erasto Martínez tiene temor a la prensa. El hombre poderoso de las finanzas mexiquenses no ha superado el pánico escénico de la aparición mediática. Ayer lo hizo de nuevo. En lo oscurito entregó la Cuenta Pública Estatal 2013 a los diputados locales, y salió literalmente “corriendo” para evadir a los reporteros que buscaban entrevistarlo. El originario de Oaxaca no logra la empatía por aparecer en pantalla, y prefiere los escenarios controlados y el manejo de boletines que lo pinten de la mejor manera.
Al inicio de este gobierno, Erasto fue secretario particular de Eruviel Ávila. Desde esa posición, fue pieza clave del poder en la designación de candidaturas a alcaldías, diputados federales y locales en 2012, y pese a todo, es hora de que Martínez no supera sus fantasmas, personificados en una grabadora y las cámaras fotográficas y de televisión. Es el secretario de Finanzas y Administración de más bajo perfil de los últimos quince años, en una posición siempre clave en la política mexiquense.
Todavía como secretarios de Administración –sin fusionarse con Finanzas- pasaron Enrique Peña Nieto y Ernesto Nemer. Sobra decir el provecho político que pudieron hacer del cargo. Ya como titulares de Finanzas y Administración se enumeran los casos de Luis Miranda y Luis Videgaray, hoy los alfiles políticos mexiquenses más cercanos y poderosos a Peña Nieto. Y en el último tramo, el propio Raúl Murrieta subsecretario de Infraestructura en la SCT. Pero Erasto parece no estar en el horizonte de sus antecesores.
De Tesorero de Ecatepec a tener el dominio de la Secretaría de Finanzas del Estado de México parece simplemente no tener parangón. Lo que no está en duda es la influencia que ejerce Erasto en las decisiones del poder dentro del gobierno eruvielista. Lo que es inexplicable es la resistencia por aparecer en la escena pública, en su carácter de funcionario. Son más las dudas y suspicacias que despierta Eraste cuando evade a los medios, que las certezas y respuestas que pudiera sembrar cuando sea un personaje mediático.
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Hoy no será el Día del Maestro más afable para el Estado de México. El exgobernador Emilio Chuayffet enfrenta desde la Secretaría de Educación uno de los desafíos más aciagos de su trayectoria política. Una reforma educativa que quedó en mera simulación en muchos estados, un censo educativo que sacó a relucir las peores prácticas de la administración, incluidos aviadurías en las nóminas del magisterio, y una complejidad de asuntos que hoy más que nunca encuentran cuestionamientos de los sectores más críticos.
Y en el Estado de México, las organizaciones gremiales han fallado dramáticamente a los profesores. Los dirigentes sindicales responden a sus intereses personales y a las instrucciones superiores que les mandatan desde Palacio de Gobierno. Hoy más que nunca, el magisterio se siente defraudado con sus líderes, que sistemáticamente parecen haberlos abandonado, y que muchos de ellos simplemente sueñan con pasar de diputados a alcaldes, sin importar el origen de su carrera política. Para el maestro no hay nada que celebrar.
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