Redacción
Toluca, Edomex; 16 de septiembre de 2020.- Han transcurrido tres años del sexenio delmacista. El gobernador del Estado de México, Alfredo Del Mazo llega a la mitad de su mandato marcado por distintas tribulaciones que le han dificultado la toma de decisiones y la conducción de su gubernatura, ya sea por coyunturas sociales, políticas y hasta sanitarias.
El 16 de septiembre de 2017, Alfredo Del Mazo Maza inició su mandato en una realidad muy distinta a la que se enfrenta en la actualidad. Entonces, el PRI dominaba el espectro político en 83 de los 125 municipios de la entidad. En Los Pinos, despachaba el priísta atlacomulquense, Enrique Peña Nieto. Y por si fuera poco, la Legislatura local tenía una mayoría tricolor dominante.
La tierra cimbró el sexenio
Apenas transcurría el cuarto día de su mandato, cerca de las 13:14 horas, cuando se registró un terremoto de 7.1 grados de magnitud, con epicentro a 12 kilómetros de Axochiapan, Morelos; en los límites entre Morelos y Puebla y a 120 kilómetros de la Ciudad de México.
La proximidad geográfica con el Estado de México provocó daños catastróficos en dos regiones: la zona de los volcanes, de Amecameca, Ecatzingo, Atlautla, Ozumba, Tlalmanalco, Chalco y Tepetlixpa; y el sureste en Ocuilan, Malinalco, Tenancingo, Zumpahuacán, Joquicingo y Tenango del Valle.
El saldo fue demoledor: miles de viviendas destruidas; una decena de hospitales públicos con diversos daños estructurales en 141 unidades médicas: entre clínicas, centros de salud y hospitales generales y más de 4 mil 900 escuelas públicas con distintas afectaciones en 49 municipios mexiquenses.
La agenda pública de un gobierno naciente se modificó sustancialmente. Los recursos de la infraestructura se destinaron a la reconstrucción de hospitales, escuelas, caminos y carreteras. Mientras Alfredo Del Mazo acomodaba sus piezas en el gabinete estatal, en paralelo sorteaba el colapso estructural provocado por el temblor del 19 de septiembre de 2017.
El colapso electoral del bastión priísta
Habían transcurrido cuatro meses de su gestión, cuando el mandatario estatal debió enfrentar un nuevo desafío: las elecciones locales concurrentes con los comicios presidenciales de 2018. Para el caso del Estado de México hubo un ingrediente inédito, la reelección de alcaldes y diputados locales, en medio del mayor descrédito social para el priísmo nacional entre los electores.
El resultado de la elección de 2018, derivó en una nueva composición política que obligaría a tomar definiciones sobre una nueva relación del Ejecutivo estatal con un Congreso local ahora dominado por la oposición. Morena en solitario tendría la capacidad para aprobar cualquier iniciativa de ley que exigiera la mayoría simple; y con sus aliados electorales alcanzaría la mayoría calificada, suficiente para aprobar cambios a la Constitución local.
En la arena municipal, el PRI apenas logró el triunfo en 21 ayuntamientos, la mayoría de ellos, con menos de 100 mil habitantes y una condición semirural. Sólo las localidades de Chimalhuacán e Ixtapaluca dibujarían a las presidencias municipales de mayor preponderancia por su densidad poblacional.
Mientras que en el despacho de Palacio Nacional se erigía la figura de Andrés Manuel López Obrador, uno de los liderazgos políticos con mayor arraigo entre la izquierda mexicana, y un severo crítico de la clase gobernante mexiquense, particularmente del llamado Grupo Atlacomulco, al que se vincula a Del Mazo.
La nueva normalidad «política»
El triunfo de López Obrador también representó la cancelación del más importante proyecto de infraestructura del peñismo con sede en el Estado de México, el Aeropuerto Internacional de Texcoco. Ahí, el gobierno estatal tenía la esperanza de generar 350 mil empleos directos, que simplemente se esfumaron.
Siendo presidente electo, el tabasqueño organizó una consulta ciudadana para cancelar el proyecto del sexenio priísta, y de paso, anunciar su propio plan aeroportuario que incluiría la construcción de un aeropuerto en la Base Militar de Santa Lucía, en los municipios de Tecámac y Zumpango, y la modernización del aeropuerto en Toluca.
Lo único que rescató Andrés Manuel del plan peñista fue la conclusión del Tren México – Toluca, el cual conectará a la capital mexiquense con la zona poniente de la capital del país. La movilidad se pretende reducir en costo y tiempo.
En enero de 2019, el centro del país, incluido el Estado de México padeció un desabasto de gasolinas, presuntamente por el combate frontal al robo de combustible que emprendió en sus primeros meses de gobierno de López Obrador.
Desde entonces, comenzó un amplio peregrinar del primer mandatario por territorio mexiquense. Entonces visitó Atlacomulco e Ixtlahuaca para explicar su estrategia en contra del denominado huachicoleo o robo de gasolinas.
Esa primera crisis social, marcó el inicio de una fructífera relación política entre Andrés Manuel López Obrador y Alfredo del Mazo.
El entorno personal lastimado
El sexenio delmacista también ha estado marcado por sucesos personales. En enero de 2019, falleció Alfredo Del Mazo González, exgobernador del Estado de México y padre del actual mandatario estatal.
En el Palacio de Gobierno se montó una guardia de honor, hasta donde se dio cita el expresidente, Enrique Peña Nieto, en una de sus últimas apariciones públicas entre la clase gobernante del estado. Ahí, también desfilaron los exgobernadores Arturo Montiel, Emilio Chuayffet, César Camacho, Alfredo Baranda e Ignacio Pichardo -quien falleció el pasado mes de abril-.
Tras la muerte de su padre, el actual mandatario, Alfredo Del Mazo encontró en Gerardo Ruiz Esparza -excolaborador de su progenitor- a uno de sus principales consejeros en la toma de decisiones de su gobierno. Lamentablemente, el exsecretario de Comunicaciones y Transportes del sexenio peñista falleció en abril pasado. El gobernador mexiquense padeció entonces de la orfandad biológica y política en un lapso de apenas 16 meses.
Covid-19: una emergencia sin precedente
Desde el pasado mes de marzo, ahora Alfredo Del Mazo -como todos los gobernantes del país- ha tenido que lidiar con la emergencia sanitaria por covid.
En una condición sin precedente para el mundo, se ha enfrentado una contingencia que afortunadamente no ha rebasado al muy precario sistema de salud pública.
Durante tres meses, el confinamiento fue rígido y obligado para los distintos sectores económicos. En un plazo de doce semanas, únicamente se permitió la apertura de las actividades esenciales, mientras el resto cerró hasta registrar una disminución en el ritmo de contagios del coronavirus.
Desde el pasado mes de julio, el Estado de México comenzó la reapertura de sus actividades comerciales como parte de un impulso a la economía local.
No obstante, la entidad mexiquense es junto a la Ciudad de México, el territorio de mayor afectación por los contagios de covid-19, derivado de la densidad poblacional que concentran ambos estados.
Las promesas de campaña a mitad del camino
Las promesas de campaña de Alfredo Del Mazo han resultado muy difíciles de cumplir, ya sea por las coyunturas políticas, económicas y sociales.
Únicamente el Salario Rosa ha podido concretarse en su plan de gobierno. Consiste en un programa asistencial dedicado a amas de casa en condición vulnerable, a quienes se les otorga una ayuda bimestral de 2 mil 400 pesos. A la fecha, el programa beneficia a 282 mil mujeres mexiquenses.
Al principio de su mandato, Alfredo Del Mazo comprometió la creación de un millón de empleos formales durante los seis años.
En los primeros dos años de gestión, los números presentados por el mandatario estatal apuntaban a la generación de poco más de 205 mil nuevas fuentes de empleo. La cifra del primer tercio de su mandato, era apenas una quinta parte del compromiso fijado para su sexenio, pero la contingencia sanitaria colapsó la economía formal e informal, y provocó una pérdida de cerca de 50 mil empleos inscritos ante el IMSS.
Una gran apuesta del gobernador Del Mazo era la construcción del Aeropuerto en Texcoco, para generar ahí casi 500 mil empleos directos e indirectos. El proyecto fue cancelado y la prospectiva económica se borró de un plumazo.
Una promesa más, hoy en el limbo, es el combate al robo de transporte público, ya que es allí donde la incidencia delictiva lacera profundamente a los usuarios mexiquenses.
En las últimas semanas, a través de las redes sociales dos videos han marcado el imaginario colectivo. Ambas escenas ocurren en unidades de pasajeros del Estado de México: una de ellas, un asaltante es duramente golpeado por los usuarios en su intento fallido por robarles sus pertenencias, cartera y teléfonos celulares, principalmente; otra más, un delincuente dispara a quemarropa a un pasajero que se resiste al asalto, que ya es cotidiano en ese medio de transporte.
Y es que a pesar de los esfuerzos por instalar cámaras de videovigilancia en las unidades del transporte público e implementar filtros de seguridad en las rutas más inseguras, la Fiscalía General de Justicia reconoce que en lo que va del año, se han denunciado 6 mil 80 asaltos relacionados con transporte público de pasajeros, lo que representa un incremento del 8 por ciento en relación al mismo periodo del año pasado.
Hasta el momento 263 personas han sido detenidas vinculadas a proceso.
Sin embargo, la incidencia criminal aún es una asignatura pendiente para el delmacismo, cuando ya transcurrió la mitad de su mandato.
