Francisco Ledesma / Del Estado de México al estado ideal
Los electores mexiquenses no tendrían de qué preocuparse, cualquiera que sea el resultado del domingo 4 de junio, si la candidata ganadora estuviera obligada a cumplir la totalidad de las propuestas de campaña que, de manera generalizada, ambas expusieron ayer durante el primer debate por la gubernatura del Estado de México, porque estaríamos cerca de un estado ideal.
Ambas, mostraron su voluntad política para combatir la corrupción. Saltaron las acusaciones mutuas de deshonestidad para desacreditar al contrario. Lo que resulta extraño es que, muy a pesar de la enorme experiencia política de las aspirantes, ninguna haya mostrado una sola prueba de que -cuando han ejercido el poder público- han sido implacables para combatir a la corrupción. Eso da a pensar que si bien, no son parte del problema, podrían permitirlo y solaparlo.
Las candidatas a la gubernatura también mostraron pinceladas de querer dominarlo todo, incluso a las instituciones autónomas. Cada vez que, durante la campaña, surge como interrogante la violencia de género, Delfina Gómez y Alejandra del Moral dejan ver la necesidad de incrementar el personal de la Fiscalía y comprometerse a erradicar la impunidad. Dejan de lado, por ignorancia o por omisión, que los Ministerios Públicos son autónomos. En la propuesta electoral, nada dicen de reconstruir el tejido social para combatir la violencia desde el hogar o el espacio público. Todo es castigar antes que prevenir.
El problema del desabasto de agua potable apunta a ser erradicado por mera decisión personal. Con propuestas muy similares, están dispuestas a incrementar el financiamiento para ampliar la red hidráulica. Desde hoy, podemos despreocuparnos, porque ambas tienen el propósito de que todos los mexiquenses tengan agua de manera constante. No hay un ejercicio de autocrítica para reconocer que el crecimiento poblacional, las sequías y las carencias presupuestales irán contracorriente de sus promesas de campaña.
También habrá recursos y acciones suficientes para modernizar el transporte público y mejorar la movilidad en todo el territorio estatal; aunque dentro de lo políticamente correcto, nadie se atrevió a hablar sobre posibles ajustes a la tarifa. Se trata de ofrecer mejores condiciones para el usuario, pero fueron omisas sobre trastocar los intereses de los dueños del negocio.
Para completar el cuadro, la priísta y la morenista plantearon que construirán una enorme infraestructura cultural, deportiva y recreativa. También habrá recursos económicos suficientes para apoyar a artistas y deportistas. Como nunca antes, parece que la cultura y el deporte estará en la agenda de prioridades de la próxima gobernadora. Todo parece ser parte de un estado ideal, muy semejante al que nos plantean los gobernantes cuando rinden sus informes de labores.
Ninguna de las candidatas tuvo claridad para precisar los montos que se requieren para consolidar toda la oferta electoral, ni tampoco el tiempo que les llevaría a cumplir esta serie de propuestas, porque prometer no cuesta nada.
Las promesas de las campañas electorales transitan por actos de buena voluntad, muy por encima de acciones alcanzables o tangibles. Sin importar la candidata ganadora que se imponga como vencedora de los comicios del 4 de junio, lo que prevalecerá será el gatopardismo en el ejercicio del poder público; y sobrarán los pretextos en el incumplimiento de los planes de gobierno.
Los diagnósticos son insuficientes para cambiar la realidad. Ayer, las candidatas hicieron un listado de buenas intenciones para tener un estado ideal, que de ser posible, el Estado de México dejaría de lado los rezagos sociales que hoy explican en gran medida la defenestración de la clase gobernante.
La tenebra
Ni Alejandra del Moral se atrevió a mencionar a López Obrador, ni Delfina tuvo alguna alusión a Alfredo Del Mazo. La cordialidad política se impuso, incluso por encima de la crispación electoral y la sucesión del poder en el Estado de México.
