Francisco Ledesma / Un día de campo
El próximo 6 de junio de 2021 no será un día de campo para nadie. Los comicios intermedios pondrán a prueba las estrategias electorales, la aceptación de los gobernantes y la capacidad de conectar con los votantes de los partidos políticos. Ganar posiciones en el Estado de México representa poder político y financiero para garantizar la viabilidad de todas las fuerzas electorales.
El PRI apostará a su mayor fortaleza: sus estructuras electorales, esas que se alimentan con programas sociales, y funcionan como reloj suizo al momento de movilizar a su voto duro. Su debilidad radica en los escasos 21 ayuntamientos que gobiernan. Cuando el priísmo es oposición su capacidad de organización se reduce, y a eso se suma el gran desencanto hacia el sexenio pasado.
Su gran desafío será mejorar la aprobación del gobernador como una condición inequívoca para con-vencer y recuperar los votos perdidos en los últimos años.
El PAN también tiene claridad en su encomienda. A lo largo de su historia, el panismo no ha encontrado fórmulas clientelares. Su mejor arma son las campañas de aire, mediante un discurso crítico en donde se erige como oposición. Se alista la batalla en contra de López Obrador y de Alfredo del Mazo.
Su debilidad está en sus limitaciones para la campaña de tierra, el panismo nunca ha logrado permear en todo el estado. En consecuencia, sus apuestas deberán concentrarse en sus tradicionales bastiones electorales.
En Morena está la gran disyuntiva. Su origen no es el de un partido político, y por tanto nunca construyó estructuras formales. Entre 2014 y 2018, organizó un movimiento social basado en la figura de López Obrador, lo que desencadenó un efecto electoral que le arrojó 58 ayuntamientos mexiquenses, en los que hubiera ganado cualquier candidato que hubieran postulado: sí, cualquiera.
Morena apenas enfrentará su cuarta elección con gran incertidumbre en territorio mexiquense. Sus debilidades: en el Estado de México carecen de una dirigencia partidista visible. Eso desemboca en que dos grupos se disputen parcelas de poder político: Higinio Martínez y Daniel Serrano.
Su desafío. apuesta a que el capital político de Andrés Manuel les alcance para conservar sus posiciones de poder, sumado a las debilidades de priístas y panistas; además de que funcione la clientela de su gama de programas sociales. Está por medirse cuál es su voto duro para futuros procesos electorales.
Los demás partidos no estarán de brazos cruzados.
El Partido Verde se ha dedicado a reclutar liderazgos regionales expriístas. Participará en solitario con la convicción de ampliar el número de diputados locales. Va en búsqueda del voto de castigo de los partidos tradicionales. Su otra fortaleza consiste en lanzar propuestas de gran impacto mediático que atraigan las miradas de nuevos electores. Tiene un reducido voto duro en la entidad.
El PRD tiene condiciones de competencia muy limitadas. Ya no es la tercera fuerza política de gran convocatoria. Ahora depende de su alianza con el PAN, lo que se contrapone con sus posiciones ideológicas. Su fortaleza está en defender bastiones en los que el panismo no permea: sur y oriente del territorio estatal. El perredismo sí funciona con estructuras, y hoy las tribus que antes dividían al partido, han logrado acuerdos para repartirse las candidaturas competitivas.
El resto de los partidos tiene muy poco que ofrecer. Pero darán la batalla, y de a poco arrebatarán los votos que se atraviesen en su camino. Todos observan al electorado mexiquense como su capital de sobrevivencia, y eso implica jugar con las mayores trampas posibles para obtener votos y ganar municipios.
La tenebra
Andrés Manuel es el gran factor de influencia. En el Estado de México ha ganado en dos de tres elecciones en las que ha competido: 2006 y 2018. Perdió en 2012 ante la vorágine peñista en su tierra natal. Hace tres años, cuando López Obrador decidió hacer campaña con Delfina, Morena le ganó al PRI, rescatado éste último por sus aliados electorales. No es gratuito que el tabasqueño visite recurrentemente la entidad, está por medirse su capital político en la cuna del Grupo Atlacomulco.
