Juan Carlos Núñez Armas *
Han quedado registradas las coaliciones “Va por México” conformada por PAN, PRI y PRD que pretenden presentar candidaturas comunes en 171 distritos electorales y “Juntos hacemos historia” conformada por Morena, PT y PVEM y que se presentarán a competir coaligados en 150 distritos. De conformidad con el calendario electoral han empezado la difusión de los spots tanto de radio y televisión como de redes sociales.
Para algunos estas posturas se parecen más a lo que se ha llamado politainment (anglicismo formado por las palabras politics y entertainment), un concepto que define una tendencia dentro de la comunicación política que consiste en tratar la información, los eventos, las aspiraciones, la gestión y todo lo que envuelve como infoentretenimiento. Pero en todo este proceso bien vale la pena reflexionar si las coaliciones eliminan los principios ideológicos de cada partido político. O tal vez lo que está pasando es que los partidos políticos están homogeneizando la política y tratan de simplificarle las posturas a los electores, polarizando los contenidos en sus mensajes.
Lo cierto es que la conformación de alianzas electorales se ha constituido como la mejor oportunidad que los partidos políticos han encontrado para sumar los votos detrás de un candidato común y con ello mejorar las posibilidades de obtener un triunfo electoral, por lo que este tipo de alianzas no depende de la proximidad ideológica de sus integrantes. Más bien depende de las condiciones internas de la competencia y del pragmatismo de los líderes que tiene cada institución política.
Si además tomamos en cuenta la decepción de los ciudadanos y la poca confianza que tienen en los partidos políticos, tenemos en consecuencia la falta de identificación, tanto de electores como de candidatos, con alguna ideología tradicional. Para centrar nuestro tema sobre ideologías, quiero referirme a Desttut, quien decía: “…todos los seres humanos son buenos por naturaleza y se pueden mejorar a través de la educación…”, para él, la ideología es la ciencia que ayuda a comprender y mejorar a los seres humanos. Así pues, el voto ideológico no es un voto sofisticado, no requiere de mucha información y está asociado más a la imagen o al sentimiento que se tenga sobre un partido o un líder que al estudio a fondo de la idea filosófica o propuesta de gobierno.
Por otra parte, el pragmatismo se sitúa en el criterio de verdad en la eficiencia y el valor del pensamiento para la vida. En palabras más simples, la verdad es aquella que nos resulta provechosa y útil para la vida, cuando nos enfrentamos con la realidad debemos encontrar la manera de orientarnos, situarnos y encontrar un fin y para ello debemos ser prácticos y adoptar la verdad que nos sea útil y es justamente esta contienda electoral donde cada ciudadano deberá encontrar su verdad.
Un ciudadano promedio suele tomar la decisión de votar por un partido de conformidad a lo que considera más próximo a su sentir o pensar, es decir, su “modelo de la distancia menor” y esto explica el comportamiento electoral y dependerá de las estrategias del partido político o en este caso de la coalición respectiva lograr el voto de ese ciudadano. Este mismo modelo lleva a los partidos políticos a modificar su programa político para acercarse a las preferencias del votante medio. Por lo que es común que cada partido abandone sus principios abrazados de antaño para intentar atraer al mayor número de votantes.
Finalmente, para que las estrategias observadas al inicio de la competencia electoral puedan tener éxito dependerá: 1) del valor que se le atribuya el statu quo; 2) los costos y riesgos de emprender una estrategia para retar al partido gobernante y 3) la reacción de los votantes ante la manipulación de que puede ser objeto. El mayor riesgo, sin duda, es este último factor: la manipulación política, a la que José María Maravall (en su libro “La confrontación política”) llama herestética: el arte de la política para encontrar alguna alternativa que venza al ganador actual. El mismo autor nos dice que “…la dinámica fundamental de la vida política es la incesante búsqueda de los temas y las alternativas que pueden fraguar en una nueva coalición ganadora”.
Hasta aquí las reflexiones de esta semana para iniciar el acercamiento a definiciones necesarias: ¿votar o no votar? ¿votar por quiénes? ¿votar por qué? ¿votar para qué? Saludo a todas/os mis lectoras/es y, dado que es la última colaboración de este extraño 2020, les envío mis mejores deseos para que el 2021 mantenga viva la esperanza a pesar de la incertidumbre y los malos presagios y que los seres humanos no sólo demuestren que son buenos por naturaleza, sino que son capaces de asumir su responsabilidad individual y social en beneficio de un mejor futuro incluyente y solidario.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM. Y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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