Ricardo Moreno**
Joe Biden requiere urgentemente incrementar su popularidad y la aprobación hacia su gobierno. A pesar de que su arribo a la presidencia de Estados Unidos estuvo precedida por una contienda sumamente cerrada y difícil en la que los norteamericanos salieron a votar masivamente y lograron una participación histórica, rápidamente el Presidente agotó su bono democrático.
El manejo de la vacuna durante la pandemia en sus primeros 100 días de gobierno -en la que alcanzó una cifra muy alta de inoculación- se ha visto mermada por la oposición de millones de norteamericanos que se siguen resistiendo a la vacuna y a las medidas sanitarias tendientes a que se establezca la inmunización como requisito indispensable para laborar, viajar o acceder a servicios al público.
Este movimiento mundial vinculado a la derecha, tanto europea como norteamericana, ha ganado terreno y se extiende a los países con una enorme tradición liberal como Francia, Australia, Canadá e, inclusive, Alemania, que lo utilizan como punta de lanza en la lucha política.
Joe Biden no ha podido establecer una clara política de recuperación económica ni ha logrado establecer una normalidad en las diversas cadenas de producción en Estados Unidos. Si bien, durante 2021 se logró una recuperación del producto interno bruto en su país, esto no ha sido suficiente y enfrenta ahora nuevos y desconocidos retos. El abandono masivo de las fuentes de trabajo por los norteamericanos conocido como “La Gran Renuncia” que ha llevado a que cerca de 4 millones de trabajadores dejen sus empleos cada mes en gran medida por el estrés laboral, el desgaste y la abrupta aceleración de la producción después del cierre durante la pandemia acompañada de la gran cantidad de estímulos económicos otorgados durante ese periodo con el gobierno que permitió a la clase media americana tener ahorros, situación novedosa en su estilo de vida, pues tradicionalmente viven en medio del crédito.
La movilidad laboral provocada por este fenómeno también ha influido significativamente en el proceso inflacionario en ese país, que superan la tasa del 7 por ciento, superando los niveles históricos desde la gran la gran depresión de 1929.
Ante este escenario adverso en el que la popularidad de su gobierno se desvanece aceleradamente y ante la realización de las elecciones presidenciales en 2024 el Presidente Biden opta por tomar una de las medidas contracíclicas propias de los gobiernos americanos: la economía de guerra.
La crisis de Ucrania ha sido precedida de una serie de acusaciones de los Estados Unidos sobre una inminente invasión de Rusia a Ucrania, que no han podido demostrar ni existe una clara muestra de que ésta vaya a existir. La geopolítica y la necesidad de recomponer la popularidad de Biden y varios de los mandatarios de los países integrantes de la OTAN, han llevado a la movilización de tropas de varios países hacia aquella nación, el mar negro y a las bases de la organización del Atlántico del Norte alistándose para una guerra que nadie quiere tener.
El propio presidente de Ucrania Volodomir Zelenski sostuvo hace ya varios días a la agencia oficial alemana de prensa que no existen pruebas irrefutables de que dicha invasión vaya a suceder inminentemente y llama a no crear pánico que solo afecta a la propia población Ucraniana, aun y cuando estos días la situación se ha registrado tensa.
La clara cortina de humo creada por la administración Biden seguida de varios mandatarios de su alianza que se encuentran en problemas de legitimidad de su gobierno han tomado el pretexto perfecto en Ucrania. La estratagema está perfectamente diseñada. Estados Unidos no intervendrá enviando tropas pero dejará que los europeos intervengan en una guerra corta o, incluso, en un permanente despliegue de fuerza y realización de ejercicios militares que permitan detonar la industria armamentista y todos los ramos industriales conexos alimentando el miedo a un conflicto que se incremente.
Además de ello, este conflicto servirá para justificar una de las principales acusaciones que utilizó durante su campaña en contra de Donald Trump: su buena relación con los enemigos rusos y la acusación de que esa nación habría intervenido a través de hackers en la elección de ese país.
Este “conflicto” no es más que una necesidad política para mantener el poder político. El tiempo lo dirá.
* Ha sido diputado federal y local. Se ha desempeñado como representante de MORENA ante el instituto electoral del Estado de México. Fue secretario del Ayuntamiento de Toluca de 2019 a 2020.
Twitter: @rimoba
