La democracia interna de los partidos políticos resulta una asignatura pendiente, en tanto que la definición de sus candidatos a cargos de elección popular se restringe a una élite política para imponer sus decisiones sobre la militancia.
En la víspera de las precampañas electorales, todo apunta a ser una mera simulación para apuntalar a una serie de componendas políticas, que permita a la clase gobernante mantener sus posiciones de privilegio.
En el PRI del Estado de México, mucho se ha especulado sobre al menos seis posibles precandidatos a la gubernatura; sin embargo, todo está listo para evitar un proceso interno de desgaste interno, y apuntalar una candidatura de unidad. Previamente, será la decisión unipersonal del presidente Enrique Peña Nieto quien tome la determinación del más probable sucesor al priísta Eruviel Ávila Villegas. Tanto las encuestas electorales como las definiciones políticas previas, ponen por delante a Alfredo del Mazo Maza como eventual candidato a la gubernatura, nieto e hijo de exgobernadores mexiquenses del mismo nombre.
En el Movimiento de Regeneración Nacional, la decisión ya se tomó desde hace algunos meses, bajo el designio de su presidente nacional, Andrés Manuel López Obrador, quien ha ungido como candidata a Delfina Gómez. La exalcaldesa de Texcoco desde hace meses viene realizando una precampaña electoral, a través de una gira por los 125 municipios mexiquenses, y más recientemente mediante la colocación de espectaculares que permitan su promoción personalizada.
En el PRD, aunque aparecen liderazgos diversos por obtener la nominación a la gubernatura, el control político que ejerce Alternativa Democrática Nacional (ADN) anticipa que la candidatura se decantará a favor de Juan Zepeda. El grupo político surgido en su bastión electoral Nezahualcóyotl hará lo suficiente para imponer a su delfín político. Las candidaturas de Eduardo Neri -alcalde de Capulhuac-; y del eterno aspirante, Javier Salinas, sólo pretenden alcanzar negociaciones que les permitan prevalecer en la escena pública y política.
En el Partido Acción Nacional (PAN), los grupos con mayor esfuerzo han colapsado hacia la toma de definiciones. No obstante, todo apunta a que el candidato panista sea Ulises Ramírez, quien coopta a profundidad grandes estructuras del panismo. El proceso interno, parece no ser impedimento para ungir a Ulises Ramírez como candidato panista a la gubernatura. A través del Grupo Tlalnepantla ejercerá las condiciones para ganar la nominación sobre las aspiraciones de José Luis Durán, Juan Carlos Núñez y Laura Rojas.
Aún más, en caso de confirmarse las candidaturas de Zepeda y Ramírez en el PRD y PAN, diversas voces institucionales e informales, advierten que ambos jugarán un papel meramente testimonial en las boletas electorales.
En esencia, los procesos internos de los partidos políticos para definir sus candidaturas están sujetos a decisiones unipersonales o al control político de cúpulas del poder público. Esa carencia de democratización interna se refleja en el clientelismo electoral como factor preponderante de la movilización electoral en los comicios, y refleja la baja calidad de la democracia con la cual los mexiquenses deberán salir a las urnas el próximo mes de junio elegir a su próximo gobernador de los próximos seis años.
Ahí están las razones del descontento, del hartazgo y del mal humor social.