La candidatura de Josefina Vázquez Mota por la gubernatura del Estado de México siembra profundas dudas sobre su real oposición a la clase gobernante del priísmo mexiquense, derivado de las componendas del poder político que han desarrollado en los últimos doce años el Grupo Atlacomulco -y en particular el peñismo- en conjunto el panismo -y en específico con el calderonismo-.
Ayer, en su toma de protesta como candidata a gobernadora, Vázquez Mota estuvo acompañada de Diego Fernández de Cevallos y Felipe Calderón Hinojosa, como un mensaje de unidad y de respaldo de la Plana Mayor del panismo. Lo cierto es que ambos personajes, han logrado entreverar acuerdos de cogobernar con el Grupo Atlacomulco, al que se pretende derrocar en los comicios de junio.
Por ejemplo, Diego Fernández de Cevallos era un invitado recurrente a cada uno de los informes del entonces gobernador Enrique Peña durante su sexenio en la gubernatura mexiquense. El llamado Jefe Diego legitimó de principio a fin el ascenso al poder del peñismo desde el Estado de México hasta Los Pinos.
Adicionalmente, son notorias las coincidencias entre el peñismo con el calderonismo, que ahora parece como promotor de la candidatura de Josefina. Basta recordar que tras las elecciones presidenciales de 2006, Peña Nieto fue uno de los gobernadores priístas impulsor de un desplegado para reconocer el triunfo de Calderón. A la vuelta de la historia, el panista anunció el triunfo del atlacomulquense la noche del 1º de julio de 2012 como su propio sucesor.
Todavía en la víspera del proceso electoral de 2011, se advertía un eventual clivaje de la sucesión mexiquense ante una posible alianza opositora entre panistas y perredistas. No obstante, el oficio político de Peña y Calderón, llevaron a cabo una oculta firma para evitar cualquier coalición y garantizar una elección tersa que derivó en la victoria del priísta Eruviel Ávila sin mayores sorpresas.
A lo largo del sexenio peñista, el gabinete ha logrado amalgamar entre mandos medios y superiores a integrantes de la élite priísta con viejos colaboradores del panismo. Sobran los subsecretarios, coordinadores generales y directores generales que emergieron con los gobiernos panistas y sobrevivieron a la alternancia priísta y el ascenso al poder del peñismo y el Grupo Atlacomulco.
Ahí destaca el caso de José Antonio Meade, secretario de Energía y de Hacienda con Calderón, que ha ocupado la titularidad de las Secretarías de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y Hacienda en el gobierno de Peña Nieto.
En esencia, entre el peñismo y el calderonismo se han encontrado siempre caminos coincidentes, por lo que se pone en duda el alcance de la candidatura de Josefina Vázquez Mota para arrebatar el principal bastión electoral del priísmo y en particular, arremeter en contra del candidato oficial, Alfredo del Mazo Maza, primo y delfín político de Peña Nieto, en su tierra natal y reducto de votantes.
La oposición entre priístas y panistas parece meramente discursiva y férrea en tiempos electorales, mientras que en el ejercicio del poder se han logrado sobreponer las concurrencias y los acuerdos superiores.
Vázquez Mota se ha cansado de insistir en que no viene por simulaciones ni subterfugios personales a cambio de la derrota. Sin embargo, la sistemática y demostrada connivencia entre el panismo y el Grupo Atlacomulco ponen de manifiesto que más allá de su oposición política han logrado coexistir en su interés por detentar, conservar y ejercer el poder político.
