Por Israel Dávila
Para nadie es un secreto que la elección de gobernador que se avecina en el estado de México será la más competida de la historia y en la cual el PRI enfrenta un riesgo muy elevado de perder por primera vez en la historia, derivado del desencanto que hay hacia la figura y gobierno de Enrique Peña Nieto, y la incapacidad de la administración estatal de revertir la situación de inseguridad y violencia que se vive en la entidad.
Todas las encuestas y ejercicios demoscópicos levantados en la entidad y publicados por diferentes medios de comunicación, desde hace seis meses a la fecha, reflejan un declive en la preferencia electoral del tricolor y en sentido contrario, un aumento de Morena como opción de cambio.
Si la elección de gobernador en el estado de México se polariza entre el PRI y Morena, las posibilidades del triunfo del tricolor son muy remotas, pues su tendencia viene a la baja.
Muchos pensarían que el candidato del presidente Enrique Peña Nieto para esta elección es Alfredo del Mazo Maza, su primo y su proyecto político desde hace más de seis años. Pero más que Del Mazo Maza, el presidente Peña Nieto ha apostado gran parte de su capital político para que Josefina Vázquez Mota, se convierta en la candidata del PAN el gobierno mexiquense.
No es que Peña Nieto pretenda que Vázquez Mota gane la elección. Tampoco se trata de que haya un pacto para entregar el poder al PAN a cambio de impunidad. No.
La idea es que los comicios de gobernador del estado de México no se polaricen entre dos candidatos, sino sea una contienda de tercios –como ha ocurrido hace seis y doce años—para disminuir así el riesgo de derrota del PRI y elevar sus posibilidades de triunfo.
Me explico: Si existen sólo dos candidatos competitivos, el del PRI –por la estructura que tiene el partido en el estado– y la de Morena –Delfina Gómez que hará campaña de la mano de Andrés Manuel López Obrador– –el riesgo de derrota para el tricolor es inminente, pues son mucho más los mexiquenses que están dispuestos al cambio, que los que avalan que las cosas sigan como hasta ahora con gobiernos del tricolor.
En cambio, si son tres los candidatos competitivos, el riesgo de derrota se disminuye, porque los votos opositores o antipri, se dividirían entre los dos candidatos. Josefina Vázquez Mota, del PAN y Delfina Gómez de Morena, de Morena.
Hasta el momento no se toma en cuenta al abanderado que lancen PRD y PT, pues en ningún estudio de opinión, muestran a esta coalición como competitiva. En caso de que lo sea, el PRI lleva aún más ventaja, pues los votos de la oposición se dinamitarían entre tres opciones.
En las últimas elecciones de gobernador en la entidad, el porcentaje de participación electoral ha sido menor al 45 por ciento. Es decir, al PRI le bastaría con su voto duro, alrededor de un millón y medio de sufragios, para alcanzar la victoria en los comicios. Esto si los que salen a votar no superan los cinco millones de electores, como ha ocurrido en los comicios de gobernador pasados.
El PAN, sólo una ocasión ha logrado sobrepasar el millón de votos en elecciones de gobernador en el estado y Morena tendrá su primera aventura en este tipo de comicios. En la más reciente, en 2015, en elecciones de diputados alcanzó el medio millón de votos .
Insisto, a Peña Nieto y al PRI le conviene una elección de tercios y no una donde la competencia sea entre dos, PRI y Morena. Si el PAN no postula a un candidato fuerte y reconocido, el tricolor estaría en serios problemas, pues los comicios se convertirían en una especie de referéndum de su gestión, y ahí Peña y el PRI llevan todas las de perder.