Toluca, Edomex. 30 de junio de 2016.- Ana Lilia no está eliminada. Tendrá el camino más sinuoso pero sigue en competencia. Intempestivamente Herrera Anzaldo fue retirada del Senado. Desde la Cámara Alta, la priísta aprovechaba para placearse por todo el Estado de México en su legítima aspiración de ser gobernadora. Este jueves será designada secretaria de Educación mexiquense. Tendrá un gran escaparate entre julio y septiembre, por fin de cursos e inicio de ciclo escolar. Después, Ana sufrirá para seguir con su promoción personal.
Herrera no es una experta en temas educativos. Enfrentará en el corto plazo las resistencias de la reforma educativa que ha comenzado a emerger en la entidad. Parece poco probable que Ana haya sido contratada para un nuevo encargo en que sólo duraría siete meses para luego renunciar. Como Senadora, Herrera tenía reuniones con todos los sectores y clientelas. Hoy como secretaria de Educación su margen de maniobra se reduce al magisterio y alumnos. Eruviel ha pedido no moverse, aunque hasta su gabinete ha sido omiso. Por si fuera poco, también abandonó su cartera priísta al frente del Movimiento Territorial.
La exsenadora priísta es una de las cartas fuertes de Montiel. Herrera es una hechura del exgobernador Arturo. Desde hace meses viene trabajando su candidatura de la mano de Miguel Sámano. También la arropan mujeres como Denisse Ugalde, Sue Ellen Bernal, Tanya Rellstab, Irazema González, Laura Barrera, entre otras. La bandera de la equidad de género concita a su grupo de apoyo. Su incursión al gabinete eruvielista tampoco la descarta del todo. El reto será su capacidad para reinventarse.
Quien se sacó la lotería es Lorena Marín, hoy directora general de participación social. La exsecretaria general del PRI se convertirá en senadora. Marín es suplente de Ana Lilia. El año pasado buscó fallidamente ser candidata a la alcaldía de Chalco. El mejor escenario es que Lorena concluya el periodo legislativo en agosto de 2018. En el peor de los casos, Ana podría regresar al Senado al término del gobierno eruvielista en septiembre de 2017. Lorena Marín se convertirá en la senadora priísta mexiquense.
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Se cumplieron dos años de la matanza en Tlatlaya con un denominador común: la impunidad. Los homicidios de 22 personas han pasado inadvertidos para la autoridad. El manto protector del poder público ha permitido que militares y agentes ministeriales no hayan tenido castigo. La complicidad entre Salvador Cienfuegos y Eruviel Ávila lacera cualquier intento por hacer justicia. Las instituciones al servicio de la clase gobernante. La lucha contra el narco como justificante legal para matar civiles.
Las víctimas y los familiares de las víctimas no han encontrado justicia ni resarcimiento de daños. Tlatlaya es un gran lastre que ha marcado el gobierno peñista como Ayotzinapa y Nochixtlán. La cauda de Tlatlaya también perseguirá a Eruviel en sus aspiraciones presidenciales. El peor panorama es que no hay un mínimo resquicio para castigar a quienes asesinaron civiles, quienes alteraron la escena del crimen, quienes torturaron a los testigos. El crimen sin castigo es la actuación sistemática de quienes procuran justicia.
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