Toluca, Edomex. 27 de abril de 2017.- En el equipo de Alfredo del Mazo hay profunda preocupación por las más recientes encuestas que ya ponen ligeramente en primer lugar a Delfina Gómez. Ni con todos los recursos de por medio, el apoyo inconmensurable del Gobierno de la República, el arropo incondicional del Gobierno Estatal y el despliegue irrebatible de 90 ayuntamientos, ha sido suficiente para que Del Mazo despunte en las preferencias electorales. Su candidatura está al borde del colapso, a punto de convertirse en catástrofe.
Lo más desafiante para la campaña delmacista es que enfrenta los más altos índices de rechazo. Cuatro de cada diez mexiquenses advierten que jamás votarían por el PRI. El descrédito del partido en el poder impide crecer en las preferencias. En paralelo, la ventaja con la que arrancó Alfredo parece haberse desplomado. Lo que más le conviene a Del Mazo, es que Josefina vuelva a crecer y confunda al voto útil. Otra apuesta contempla un alto abstencionismo y que el voto útil le sea suficiente al priísmo para retener la gubernatura.
En contraparte, pese a sus limitaciones telegénicas, la maestra Delfina Gómez ha logrado absoluta empatía con el electorado, y los ataques sistemáticos en su contra, la hacen víctima de sus condiciones, para seguir creciendo en las encuestas. Dos historias contrapuestas, la élite del poder causa repulsión; la maestra rural conecta con su electorado día con día. Sea cual sea el resultado, López Obrador se frota las manos, porque ha comenzado a tejer una estructura electoral amplia, organizada y sólida rumbo a su tercera candidatura presidencial.
Para Del Mazo su sueño de convertirse en gobernador puede convertirse en pesadilla. El estigma de la familia Del Mazo parece rondar con el fantasma de la derrota. El abuelo Alfredo del Mazo Vélez buscó en un par de ocasiones, aunque fallidamente, la candidatura presidencial, en los sexenios de Miguel Alemán y del mexiquense Adolfo López Mateos. El padre, Alfredo del Mazo González, también fracasó en su aspiración presidencial en 1987, cuando la candidatura se decantó a favor de Carlos Salinas de Gortari. Diez años más tarde, el exgobernador mexiquense perdió en las urnas la jefatura del Distrito Federal frente al perredista, Cuauhtémoc Cárdenas. Hace seis años, Alfredo del Mazo Maza se quedó en la orilla de la candidatura a gobernador, desplazado por Eruviel Ávila. Hoy con la candidatura en la mano, es real su posible derrota electoral.
El último reducto de poder que tiene el priísmo es el Estado de México. Una eventual derrota en la tierra natal de Peña Nieto sería la mayor debacle electoral en la historia del partido en el poder. Desde aquí el Grupo Atlacomulco diseñó el resurgimiento del PRI tras su derrota por la Presidencia de la República hace 17 años. Perder el Estado de México, es entregar un aparato gubernamental robusto, y un presupuesto anual de 270 mil millones de pesos, suficiente para financiar una amplia y enriquecida burocracia; así como decenas de campañas electorales anualmente en otras partes del país.
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