Toluca, Edomex. 26 de octubre de 2018.- Poco a poco, Alejandra del Moral se va asentando en la dirigencia estatal priísta. Ayer posó en una foto con su gabinete; los sectores y organizaciones. La renovación pretendida por Alejandra, dispuesta en su discurso, deberá reflejarse en una sacudida de quienes han hecho del partido un estilo de vida. Es inexplicable que, dirigentes van y vienen, y hay posiciones enquistadas en las componendas del poder. Y Alejandra parece atada de manos para generar cambios drásticos.
Un caso resulta emblemático: Armando Neyra Chávez, con apenas la primaria concluida. Cinco veces diputado federal. Una ocasión legislador local. Presidente vitalicio del Congreso Laboral del estado. Su posición es inamovible en el partido. Y su margen de maniobra, en un voto corporativo ya inexistente, le da para apadrinar a hijos, sobrinos y nietos. Algunos Neyra han migrado a otros partidos y han traicionado al priísmo. Pero el líder del sector obrero ejerce su poder como los más anquilosados “charros” sindicales. El PRI que los electores detestan.
Entre el gabinete priísta destaca Enrique Martínez Orta Flores, alquimista electoral de mil batallas. Pareciera que no hay nadie más que entienda el armado de estructuras partidistas. Una estrategia agotada, y derrotada en las dos últimas elecciones. Sin embargo, Martínez Orta se aferra a su cartera. Un mapache electoral de escritorio que ha perdido vigencia, y en el pasado reciente, ha sido vapuleado por el rechazo del priísmo. La renovación podría comenzar por repensar el clientelismo electoral como estrategia de votos.
Y ahí, otros más que se reciclan. César Fajardo de la Mora, antes representante ante el IEEM, ahora secretario de Acción Electoral. Uno más, Arturo Ugalde Meneses, quien ya presidió al priísmo, y ahora encabeza la comisión de procesos internos para legitimar las candidaturas de unidad. Más sorpresivo, la presencia de David Sánchez Isidoro, que apenas el martes pateaba el pesebre, para exigir consulta a la base en la elección del dirigente priísta. La renovación parece simulada con personajes que tienen encumbrados más de quince años.
Sin dejar de lado a Efrén Rojas Dávila, el hombre más cercano e identificado con el dirigente saliente, Ernesto Nemer. Dotado de un poder metaestatutario, ejerció el poder del partido con excesos y sin complacencias. Ajeno al partido, exrector universitario y burócrata de escritorio. Efrén ganó enemistades entre la militancia durante la campaña de gobernador. Era el hombre de la rudeza, los regaños y la disciplina. En la elección presidencial, es señalado como responsable de la inoperancia, la simulación y la derrota de cincuenta municipios. Su renuncia parece inaplazable.
Hay otras posiciones de reciente incorporación. En el último año, el delmacismo ha incorporado caras nuevas. La derrota de julio también fue condición coyuntural. Alejandra deberá valorar su aporte, sus vínculos políticos y su capacidad.
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