Toluca, Edomex. 26 de mayo de 2017.- Ante la proximidad de la elección de gobernador del Estado de México, sólo hay dos escenarios posibles: el triunfo del priísta Alfredo del Mazo; o bien, una eventual victoria de la morenista, Delfina Gómez, lo que significaría una histórica alternancia en la emblemática tierra del Grupo Atlacomulco, a manos del acérrimo rival: López Obrador. En ambos casos, todos anticipan un resultado de cifras cerradas, ante una elección polarizada.
De confirmarse una elección favorable para Del Mazo, el priísmo afianzaría su principal semillero de votos. Desde aquí buscaría relanzar su estrategia para retener la Presidencia de la República. Una victoria delmacista sería oxígeno puro para el priísmo. El peñismo aprobaría unos comicios que se han convertido en un referéndum de su mandato en la tierra natal. Alfredo tendría por delante el control del Grupo Atlacomulco, y su propia reivindicación en el Palacio de Gobierno, donde en los últimos seis años ha dominado el Grupo Ecatepec.
Lo cierto es que un triunfo de Alfredo del Mazo por un margen menor a dos dígitos provocaría un conflicto poselectoral indeseable. López Obrador tiene diseñado el plan posterior para acusar un fraude, en medio de una elección de Estado que ha tenido la descarada intervención de funcionarios federales y estatales. En la fórmula que use López Obrador para procesar una posible derrota en territorio mexiquense, dependerá su capacidad para instalarse en la antesala de Los Pinos en la elección presidencial. Muy malas señales serían la intolerancia, la cerrazón y la intransigencia.
Pensar en un triunfo de la morenista Delfina Gómez, implicaría el primer gobierno estatal emanado del partido de López Obrador. Significaría un enorme desafío político pero un avance inminente en su eterna aspiración presidencial. Para el priísmo, representaría un reto abrumador cuyo control del Grupo Atlacomulco residiría en quien se hiciera del poder de la dirigencia estatal priísta, quizá bajo el cobijo de Peña Nieto. Sus ventajas de triunfo son tan reales como su capacidad para no cometer errores en la recta final.
López Obrador entiende que la única posibilidad de ganar la elección es sumar al PRD en la última semana de la campaña. La declinación de Juan Zepeda significaría tener las preferencias del perredista a favor de Delfina. A eso se suma la estructura electoral del PRD, que garantice a Morena contar con los representantes de casilla suficientes para contar y defender los votos en las urnas. La propia estructura de Morena en solitario no será suficiente para tener presencia en las más de 18 mil casillas que se instalarán el próximo 4 de junio.
El golpeteo entre Alfredo del Mazo y Delfina Gómez ha derivado en una polarización social, que evitará la legitimidad del próximo gobernador sin importar el partido o el ganador de la contienda. Difícilmente el vencedor logrará superar el 30 por ciento de los votos, y eso implicará que tendrá un voto contrario de siete de cada diez electores. Un escenario desolador para quien deberá tomar decisiones sobre el futuro de 17 millones de mexiquenses.
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