Toluca, Edomex. 26 de abril de 2017.- Delfina volvió a exhibir sus carencias telegénicas. Escasos recursos discursivos. Pese a las frases cortas, se atropelló y también se equivocó en sus intervenciones. De nula defensa sobre los ataques que le profirieron, Delfina se volvió trending topic por su espontaneidad. Aunque desde el oficialismo priísta se buscó denostarla, la última frase resultó la más recordada del debate. Y quien no conocía a Delfina y se mantuvo ajeno al debate, sabe que en las encuestas Morena va “súper requetebién”.
Josefina es la del mejor manejo en debates. Su paso por las secretarías de Estado, San Lázaro y una campaña presidencial la fortalecen. De ritmo pausado, con un lenguaje no verbal estructurado. Sin embargo, difícilmente conecta con el electorado. Sus preferencias electorales no crecen, y en algunos casos van a la baja. Lanzó las frases más mediáticas sobre los amigos de Alfredo en la cárcel o prófugos; o bien, a Delfina que descontaba 10 por ciento del sueldo a sus trabajadores. Como sicario, lanzó los ataques más certeros.
Respecto del debate con Carlos Loret, el priísta Alfredo del Mazo mejoró su manejo telegénico. El priísta se preparó lo suficiente para esquivar los ataques. La oposición lanzó reyertas sobre su partido: Peña, Montiel, Eruviel y hasta Duarte. Pero no hubo sorpresas, bombas o ataques furtivos. Alfredo no ganará votos en los debates, pero buscará mantener sus preferencias, que en algunas encuestas aún lo mantienen adelante. Atacó lo suficiente y propuso lo necesario. Dejó la pasividad que le habían recomendado, que lo había exhibido como timorato o tibio.
El perredista Juan Zepeda tiene una temática muy limitada. La historia del inmigrante, su éxito en seguridad y la corrupción de Atlacomulco. No salió de su zona de confort durante el debate. Por momentos desapareció de un debate concentrado en los punteros. La elección se mediatiza en tres candidatos, y Zepeda no hizo lo necesario para volverse competitivo. Reflejo de la crisis del perredismo, no hubo notoriedad, algo que lo posicionara.
Teresa Castell, la candidata independiente, resultó la más cuadrada. Le alcanzó su participación para lograr la visibilidad. Se presentó ante un electorado que la desconocía. Castell leyó, volvió a leer y no se cansó de leer. Sin memorizar su propuesta de campaña, atacó sistemáticamente a todos los partidos. De pocas luces y nula experiencia en el ejercicio del poder, prometió no improvisar. Para no pocos, Castell terminó por hacer el trabajo sucio del PRI y arrebatarle unos cuantos votos a la oposición.
Óscar González y su contradicción perene. Presumió sus números en seguridad. En la visión del petista, Metepec fue el país de la fantasía durante su mandato. El municipio más seguro del estado en su trienio. Exigió sacar a la calle a los 38 mil policías auxiliares para asumir tareas contra la delincuencia. Cosa curiosa, quien hoy dirige esa policía auxiliar es Gerardo Castillo, el exdirector de seguridad pública de González Yáñez en Metepec. Su verdadera izquierda apenas si conservará su registro en la elección del año entrante.
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