Toluca, Edomex. 25 de abril de 2018.- La semana pasada, estuvieron en Toluca, Andrés Manuel y José Ramón López Beltrán, hijos del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador. José Ramón ha estado de lleno en el Estado de México desde hace tres años, encomendado a la organización del partido en el estado más poblado del país. Nada tendría de malo su estancia en la capital mexiquense, como parte de los tiempos electorales y de la operación política que su progenitor les ha encomendado. Lo cierto es que dentro de la modestia que pretenden inferir desde Morena, dejaron rastros también de sus excesos y desplantes.
Versiones del mundillo político, propio de los tiempos electorales, aseguran que los muchachos López Beltrán decidieron comer en el restaurante «La Casa Criolla», y de buenas a primeras, pidieron cerrar el lugar a cambio de mayor privacidad en su encuentro. En su estadía, los hijos de López Obrador se despacharon con la cuchara grande, incluidos vinos de hasta 15 mil pesos en la carta del establecimiento. La comilona se extendió por cuatro horas, mientras degustaban de los cortes de carne y la privacidad de un lugar exclusivo, a unos cuantos metros de la Casa Estado de México. ¿Será que esa es la izquierda mexicana que en público se pronuncia por los pobres, pero prefiere estar en privado para vivir como ricos?
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A propósito de López Obrador, el candidato presidencial ha aprovechado los días del posdebate para concentrarse en el Estado de México. Primero en Ixtapaluca, Chalco y Valle de Chalco, luego en Naucalpan y Atizapán de Zaragoza, ha sostenido actos masivos para medir su capacidad de convocatoria. Acompañado de Delfina Gómez, convertida en un fenómeno tras su candidatura a gobernadora, Andrés Manuel se siente seguro en el Valle de México. Su cercanía con la Ciudad de México, donde tiene los mayores índices de aceptación, repercuten a favor de las preferencias electorales de Morena en las zonas conurbadas a la capital del país. Ahí están los reductos de sufragios de Morena que pusieron a temblar a los bastiones priístas en la elección del año pasado.
Hace doce años, López Obrador consiguió 2.5 millones de votos mexiquenses. Si las tendencias se mantienen para julio entrante, Andrés Manuel no sólo obtendrá esa cantidad de sufragios, sino que conseguirá el triunfo en municipios emblemáticos como Ecatepec, Naucalpan, Atizapán y hasta Tlalnepantla. En municipios de compleja penetración para la izquierda, se advierten que cuentan con altas posibilidades de ganar. Un dominio de Morena en esos municipios implica gobernar a los más poblados del estado, y ejercer un dominio sobre presupuestos públicos incluso superiores a los de estados pequeños. Con toda certeza, López Obrador se mantendrá en el Estado de México.
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Ernesto Nemer ha tenido que meterse a hacer campaña. Siguiendo los pasos de Alejandra del Moral, que en la elección de gobernador buscaba cubrir aquellos municipios que no pudo visitar Alfredo del Mazo, ahora el dirigente estatal priísta realiza giras para sostener encuentros con su militancia. En su conjunto, el priísmo mexiquense ha desplegado tres campañas simultáneas a nivel estatal: por un lado, César Camacho, que ha decidido apretar el paso y no hacer el ridículo de quedar fuera de la contienda; por otra parte, Alejandra del Moral, que mantiene su propia estrategia y también ejerce su proselitismo en las zonas de mayor influencia del priísmo; y ahora Nemer, dándole la vuelta al estado, para tratar de levantar las encuestas de su partido.
Sin embargo, entre tantos esfuerzos electorales, el PRI deberá ser cuidadoso porque por tres pistas distintas corren los gastos electorales, algo que la oposición ha comenzado a detectar, y que conforme se acerque la elección, el tope de gastos podría convertirse en un problema mayor.
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