Toluca, Edomex. 25 de abril de 2017.- El debate de esta noche podría ganarlo quien reciba menos ataques. Se enfrentarán al desprestigio público de sus trayectorias políticas. A pesar de su empecinado combate contra la corrupción, todos tienen un historial con episodios vergonzosos. Ahí se explica la apatía y rechazo social a las elecciones. Entre la clase gobernante parece nadie salvarse: tráfico de influencias, nepotismo, corrupción, desfalco, conflicto de interés, despilfarro, opacidad e impunidad, como elementos inherentes al ejercicio del poder.
El mayor pecado de los candidatos a gobernador, son sus vínculos políticos a los que deben su ascenso en el poder. Alfredo del Mazo y su parentesco con Peña Nieto: ícono del Grupo Atlacomulco y heredero de su abuelo y su padre. Delfina, y su impresentable cercanía con Higinio Martínez en Texcoco. Josefina, integrante de la inoperancia y la ineficacia foxista y calderonista. Zepeda como parte de la clase gobernante de izquierda hegemónica en Neza. Sin importar el partido y el origen, todo se reduce a una élite política preocupada por arrebatar y asumir el poder público.
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El halo de corrupción persigue de nueva cuenta a López Obrador. El líder moral de la honestidad cayó en una emboscada política. Eva Cadena, candidata veracruzana, fue víctima de su propia ambición. Videograbada mientras recibía fajos de billetes a nombre del tabasqueño para financiar campañas electorales. Otra vez el escándalo en video, con dinero de dudosa procedencia, para alentar al paladín anticorrupción. La andanada mediática en ciernes. Andrés Manuel titubeante, en un deja vu que se ha vuelto pesadilla.
La oposición se frota las manos ante la defenestración pública de Andrés Manuel. La historia del complot resulta insuficiente. El escándalo veracruzano pegará sin remedio la campaña mexiquense. Otra vez el victimario sin rostro. En el fondo, esa es la realidad de las elecciones: financiamientos ocultos, inconfesables y detestables que construyen gobernantes de riqueza insultante, corrupción indescifrable y de abrumadora frivolidad.
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Mientras Del Mazo suspende actividades públicas, desde el PRI se pretende que Alejandra del Moral visite municipios olvidados en campaña. La dirigente estatal priísta lleva un mensaje de unidad e inclusión, en aquellos municipios excluidos del itinerario delmacista. En el fondo, muchos anticipan que más allá de afrontar las ausencias de Alfredo en 90 municipios mexiquenses, Del Moral hace campaña por sí sola pensando en el 2018. Su cálculo electoral es para el año entrante.
Entre Ernesto Nemer y Enrique Jacob hay una sana relación, pero no de entero entendimiento. Hay duplicidad de tareas y una ambición desmedida por dominar la toma de decisiones de la campaña. En la campaña delmacista sobran los generales, con actitud aduladora. Le hacen mucha falta evaluadores de su proselitismo, y una tropa que se haga responsable de la elección. Mucho del control de la campaña se dirime desde Los Pinos, donde se ungió al candidato.
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