Toluca, Edomex. 22 de junio de 2017.- Alfredo del Mazo está enfocado a su arribo de gobierno. Para el candidato priísta, la elección ha quedado atrás y ha delegado en su equipo jurídico atender los juicios de impugnación e inconformidad, con la confianza de que su triunfo será confirmado. En lo político, Del Mazo ya trabaja en lo que deberá ocurrir en su ejercicio de gobierno entre los meses de septiembre y diciembre próximos. Para el priísta no hay tiempo para descanso ni mucho menos para distracciones.
Del Mazo continúa evaluando el funcionamiento de las estructuras electorales, lo que permitirá contar con criterios de las lealtades y traiciones al interior de su partido. Para el equipo delmacista, el resultado electoral tan cerrado no se reduce a un crecimiento exponencial para Delfina Gómez. Con malicia se atribuye que existió un fuego amigo, capaz de filtrar demasiada información al equipo de López Obrador, y con tanta cercanía que contribuyó a ganar en bastiones considerados absolutamente priístas.
En un segundo plano, Alfredo del Mazo ya analiza los perfiles de quienes lo acompañarán en su gabinete. En el escritorio de Alfredo están las trayectorias de sus hombres más cercanos y los cargos que podrían ocupar. El reparto del poder público, es la consolidación de las élites políticas, que buscarán consolidarse como factores de decisión. La puja está entre quienes tomaron tantos mandos en la campaña, donde todos pretenden asumir la paternidad de la victoria. Aunque hubo algunos que aun perdiendo, salieron ganando.
Mientras que en un tercer nivel de decisión, el equipo delmacista ha comenzado a revisar cuáles obras quedarán pendientes de la gestión eruvielista. La intención es invertir mayores recursos financieros que le permitan finalizar obras inconclusas que puedan ser inauguradas en el Informe de 100 días de Alfredo del Mazo. Aquí, buscará privilegiar a los alcaldes que ganaron su elección el pasado 4 de junio. El Valle de México sufrirá con destrabar sus pendientes.
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En seis años de mandato, Eruviel Ávila ha tenido a cuatro secretarios del medio ambiente: Cruz Roa, Carlos Cadena, Miguel Ángel Contreras Nieto y Raúl Vargas. Ninguno con un perfil profesional dedicado a la protección del entorno, y por tanto su sexenio ha carecido de una política ambiental firme encaminada al desarrollo sustentable. El desastre en que se ha convertido las contingencias ambientales en el Valle de México así lo demuestran. Y el cierre de su gobierno, lo confirma.
Eruviel Ávila ha unido a todos de nuevo, pero en su contra. El derribo de doscientos árboles en Paseo Tollocan desnuda el desdén del eruvielismo por el medio ambiente. La gente ha salido a las calles para mostrar su repudio por la imposición de construir dos retornos vehiculares que servirán a los intereses empresariales de unos cuantos, sin importar el interés supremo de las mayorías, y en este caso sobre el cuidado ambiental. Hay un gran negocio que pretende sobreponerse a la razón, al entorno y su preservación.
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