Toluca, Edomex. 21 de noviembre de 2018.- Cuando restan diez días para que finalice el gobierno de Enrique Peña Nieto, la agenda pública ha sido abandonada por el presidente saliente. López Obrador ya da entrevistas como si fuera presidente en funciones, y el recorrido que hace en diversos medios, parece que rinde su primer informe, y no que alista su toma de protesta. Andrés Manuel es un experto en marcar la pauta informativa, y paso a paso ha impuesto los temas que a su gobierno le son prioritarios: Santa Lucía, Tren Maya, entre otros.
El gabinete peñista, en su mayoría, se encuentra absorto. Tal parece que desde hace meses hicieron maletas y abandonaron sus encargos. A partir del próximo primero de diciembre, comienza una nueva realidad para el priísmo nacional. El año más difícil para un presidente es el séptimo. Ahí jugarán un papel sustancial los senadores y diputados federales priístas, muy en particular los mexiquenses. Ha llegado el momento de defender políticamente al presidente más repudiado de la historia reciente, y eso también se debe ejecutar en las instituciones.
El olvido que ha prometido López Obrador sobre la corrupción del actual sexenio debe tener en absoluta calma a más de uno. Rosario Robles y Ruiz Esparza, estigmatizados por los conflictos de interés y los desfalcos de su gestión, pueden dormir plácidamente. Todo apunta a un acuerdo superior, mucho antes de la elección, para evitar injerencias del peñismo en la campaña; y reconocer con prontitud, la noche del primero de julio, la victoria de López Obrador. Las componendas del poder político son alcanzables entre todos los actores.
La seguridad jurídica y personal de Peña Nieto también está garantizada. De ahí la certeza del presidente para quedarse a vivir en el país. En su casa de Ixtapan de la Sal, esa que usaba como descanso todos los fines de semana, será su residencia permanente a partir de diciembre. No se sabe si vivirá en solitario o con parte de su familia. Lo cierto es que, aquí está la clase política y empresarial que se empoderó y se enriqueció durante los últimos doce años, y quienes le tienen gratitud y lealtad al peñismo.
Muchos de quienes hoy trabajan en Los Pinos se frotan las manos para incorporarse al gabinete delmacista en enero próximo. Apenas se tomarán unas vacaciones navideñas, y buscarán regresar a vivir y trabajar en el Estado de México. Los ajustes en el gabinete mexiquense parecen inaplazables, sobre todo en aquellas áreas donde los resultados han sido deficientes. Del Mazo entiende que es parte de los compromisos políticos por cumplir; y su gobierno podría verse fortalecido con el círculo cercano a Peña Nieto.
El sábado primero de diciembre, la agenda de Enrique Peña marca su asistencia a la Cámara de Diputados Federal, donde hará entrega de la banda presidencial a López Obrador. Ahí concluirá el sueño presidencial del Grupo Atlacomulco. Posteriormente, Andrés Manuel alista un mensaje desde Palacio Nacional. Ese mismo día, Peña Nieto ya estará en Ixtapan de la Sal, donde dormirá en calidad de expresidente, y en cuya condición asegura, la vida continúa.
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