Toluca, Edomex. 21 de marzo de 2019.- El Órgano Superior de Fiscalización está pasmado. Fernando Valente Baz ya se siente con un paso afuera y no quiere asumir culpas. Es un secreto a voces al interior de la institución, que muchos de los expedientes que están por resolverse, prefiere turnarlos al Tribunal de Justicia Administrativa y deslindarse de lo que suceda. Lo cierto es que el órgano jurisdiccional sólo recibe los casos ocurridos entre 2017 y 2018, por lo que los asuntos anteriores simplemente quedarán para el anecdotario y el olvido.
El OSFEM nunca se ha distinguido por combatir a la corrupción. Históricamente sólo ha servido como una institución que presiona, amaga, pero no castiga. Las labores de fiscalización son parte de arreglos políticos entre las élites del poder público. Ahora, frente a las omisiones que transcurren en el despacho de Baz Ferreira, resulta urgente que los diputados locales decidan su permanencia o su remoción. Porque en el Osfem todos los casos están paralizados hasta no encontrar definiciones políticas por encima de las legales.
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En Metepec, la alcaldesa Gabriela Gamboa Sánchez hizo un nuevo ajuste en su gabinete. Antes de cumplir los 100 días de gobierno, nombró como nueva contralora municipal a Areli Hernández Martínez, quien en la pasada legislatura se desempeñó como diputada local del PAN. Incluso en la más reciente elección, Areli fue candidata a alcaldesa y se quedó a menos de 200 votos de derrotar al priísta Iván Esquer Cruz, quien alcanzó la reelección en el norte mexiquense. Gamboa reitera los afectos por algunos cuadros políticos del panismo.
Areli Hernández sustituye a Raymundo Guzmán Corroviñas, quien también fue legislador local panista. En una fallida aspiración electoral, Guzmán se postuló el año pasado por la presidencia municipal de Cuautitlán Izcalli. Y tras escasos 80 días como contralor de Metepec salió del gabinete. La contraloría municipal resulta un área sustancial, cuando en el interés de la alcaldesa Gamboa está el combate a la corrupción y denunciar los abusos de pasadas administraciones.
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Una vez que Alfredo Del Mazo parece haber concluido con los cambios de su gabinete, podrá enfocarse a su proyecto de gobierno. Tras la derrota electoral de julio pasado, el mandatario no requiere más distractores. Algo bueno debe estar sucediendo, en tanto que ya no sólo entrega salarios rosas, y eso debe tener consecuencias para su proyecto de gobierno, y hasta para millones de mexiquenses, que esperan mucho más que el reparto de dádivas clientelares.
Sólo un dato adicional: marcar distancia del gobierno y de la agenda de López Obrador tendrá como consecuencia asumir su propio liderazgo. Pero eso no significa inhibir al resto del gabinete. La concentración del poder en una sola persona puede implicar un desgaste más rápido en el ejercicio del gobierno. Y como enseñanza está el peñismo y su muy desaprobada imagen.
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