Toluca, Edomex. 18 de abril de 2018.- El próximo domingo se realizará el primer debate de los candidatos presidenciales, y desde ahora, se puede advertir que la controversia por la construcción del aeropuerto concitará parte de los contrastes entre López Obrador, Anaya y Meade. La resistencia del candidato de Morena a la terminal aérea que se edifica en Texcoco, parte de una prolífica corrupción, que ha caracterizado el desarrollo de infraestructura pública del actual y anteriores sexenioa. El debate lopezobradorista se concentra en su combate a la corrupción.
Ya desde la campaña electoral por la gubernatura mexiquense, el hoy mandatario estatal, Alfredo Del Mazo fustigó a la entonces candidata morenista, Delfina Gómez por su rechazo al nuevo aeropuerto. Desde entonces, Del Mazo puso en el centro del debate, que una eventual cancelación del proyecto aeroportuario pondría en riesgo el desarrollo de miles de empleos y de inversiones públicas y privadas alrededor del mismo. Delfina, limitada en su oratoria, jamás pudo revertir la apuesta discursiva que la situaba en una posición retrógrada. Sin embargo, López Obrador parece preparado para el debate dominical y marcar ahí la diferencia.
Otra vez, como cada que surge el tema de corrupción en infraestructura, sobresale el nombre de Gerardo Ruiz Esparza. Un hombre cercano al peñismo, identificado como el interlocutor del Grupo Atlacomulco con los hombres de negocios de la última década. El secretario de Comunicaciones y Transportes, involucrado en licitaciones amañadas o adjudicaciones directas cuestionadas, que ha favorecido y consentido a hombres como Juan Armando Hinojosa, Roberto Alcántara, Carlos Slim, Olegario Vázquez Raña, entre otros. Ahí han proliferado los conflictos de interés y los tráficos de influencias. En el último tramo, Ruiz Esparza fue desplazado de ser candidato a diputado federal por el PRI, para evitar un desgaste mayor del partido, pero sigue firme en su cargo, y en el reparto de los negocios de obra pública del sexenio.
Peña Nieto revivió el proyecto del Aeropuerto en Texcoco, concebido desde el montielato, que fue cancelado de forma intempestiva por Vicente Fox. El resurgimiento del aeropuerto, que ha distraído la agenda pública de las últimas semanas, es además una revancha personal del peñismo hacia los grupos de resistencia de Atenco que tanto lo persiguieron por la represión policíaca de mayo de 2006. Pero el mayor interés del Grupo Atlacomulco se concentra en el desarrollo inmobiliario y comercial que detonará el aeropuerto, en el Estado de México, que será el remanso al que regresará Peña Nieto en diciembre entrante, una vez que concluya su mandato.
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César Camacho y Alejandra del Moral están haciendo campaña por separado. El primero, con sus famosas rodadas, como si fuese la Tour Mexiquense para ganar su lugar senatorial a bordo de su bicicleta. La segunda, mostrando su lado «humano», lo mismo haciendo deportes extremos que comiendo paletas de hielo en algún rincón mexiquense. Alejados de los eventos masivos y los discursos de la tradicional oferta política, buscan que mano a mano y de voz en voz, se reviertan las tendencias electorales que no les favorecen. Camacho y Del Moral están jugando una apuesta que no parece conectar con una campaña electoral, y que se asemeja más a un reality show.
Por alguna razón, la campaña senatorial más cauta hasta ahora es la de Delfina Gómez e Higinio Martínez, sin demasiada exposición pública y nula campaña de aire, su apuesta se concentra en el efecto López Obrador, y las preferencias electorales que los ubican como los punteros de las encuestas. Delfina es ampliamente identificada por su reciente campaña por la gubernatura con altos índices de aprobación. Mientras que de Higinio, lo mejor es que no aparezca tanto, y que sea la ola lopezobradorista la que juegue a su favor.
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